La lógica de la felicidad

Felipe Mendoza Milán: La lógica de la felicidad.

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La Universidad de Harvard inició en 1938 un proyecto de investigación llamado “Estudio sobre Desarrollo Adulto”, iniciado con 700 personas jóvenes, durante el resto de su vida la institución acompañó a cada integrante del estudio registrando todos los datos posibles sobre su estado físico, mental y emocional. El interés era encontrar qué es aquello que nos hace realmente felices, actualmente la indagación continúa con más de mil hombres y mujeres hijos de los participantes originales, cuatro directores de la averiguación se han sucedido a través de los años.

Muchas conclusiones se han podido obtener a lo largo del proyecto, muchas de ellas nos pueden llegar a sonar muy lógicas o propias del sentido común, pero lo interesante en este caso es la certidumbre científica que casi 77 años de investigación da a los resultados, en muchos casos podemos encontrar claros ejemplos de la sabiduría de los consejos de nuestros abuelos, el proyecto no solo no ha concluido, sino que se pretende seguir manteniendo sin fecha alguna para su conclusión.

Hasta la fecha, de todo el gigantesco cúmulo de datos obtenidos, la principal conclusión extraída es que la razón más importante para mantenernos felices y también saludables a lo largo de nuestra vida es la calidad de nuestras relaciones, las personas que se sienten mayormente satisfechas con las relaciones que mantienen con quienes les rodean y se encuentran más conectadas con quienes conviven, logran mantener en mucho mejores condiciones de salud tanto su cuerpo como su cerebro, una relación en la que te sientes seguro, a gusto, te brinda mayor seguridad e incide positivamente en la salud y el bienestar general.

Los registros médicos acumulados durante décadas señalan con claridad que todas aquellas personas que reportaban y reflejaban en su vida relaciones personales más satisfactorias, mantuvieron de manera general una vida más sana que todos aquellos que vivían relaciones negativas o frustrantes.

Tratando de encontrar algunas pistas que señalaran un mejor camino hacia la felicidad, se ha observado que la presencia, el estar ahí, el dedicar tiempo a la convivencia, nos permite sentirnos más conectados con quienes nos rodean, concentrar nuestra atención en la pareja, los hijos, amigos o compañeros de trabajo les hacen saber que valoramos y estamos interesados en nuestra relación, lo que acaba fortaleciendo la misma y nos permite experimentar una mayor sensación de plenitud y felicidad.

La sociedad que nos machaca continuamente con la idea que el comprar y poseer cada vez mayor cantidad de cosas, la verdad es que si concentramos nuestra acciones en acumular y tener, lo haremos restándole tiempo y espacio a mantener relaciones más profundas, los muy tradicionales consejos de los abuelos sobre la importancia de dedicarle tiempo y buena voluntad a nuestras relaciones es un camino mucho más seguro a la felicidad, que la machacona insistencia de nuestra sociedad de consumo para que vivamos comprando y acumulando.

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