|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Los seres humanos tendemos a creer que nuestro tiempo en este mundo tiene una cuota asignada, nos imaginamos que la vida de cada uno transcurrirá a través de un proceso lógico y además estandarizado: empezará por los años de la infancia, siguiéndole una cuota de adolescencia, una relativamente extensa etapa de escuela, luego incorporarnos a la vida laboral y en ese camino encontrar a nuestra pareja de vida, formar una familia y tener hijos, para en ese transcurrir ir adentrándose en un muy largo episodio de vida adulta consumiendo en él la mayor parte de nuestro paso por este mundo.

Aunque la vida de millones y millones de personas en el mundo parece confirmar que así será nuestro camino, es importante que caigamos en cuenta que la generalidad no es una ley, es simplemente una mayoría y por ello no asegura que lo que nosotros esperamos con respecto a nuestro tiempo de vida será tal como lo pensamos.

En este proceso los adultos llegamos a creer que conocemos el tiempo que nos queda; independientemente de que nuestros cálculos sean acertados o no, una actitud común es que al calcular alguno de nosotros que ya hemos rebasado la mitad de nuestra vida, la visión de lo que hacemos y cómo lo hacemos cambie y nos vayamos volviendo poco a poco más reflexivos acerca de las oportunidades que la existencia nos brinda.

Como todo bien que escasea, nuestro tiempo comienza a ser más apreciado y valioso por nosotros mismos y deseamos invertirlo cada día más en vivir de una forma que nos sea más satisfactoria.

Cada uno de nuestros días, mañanas, tardes y noches comienza a cobrar una dimensión que tal vez antes no tenía; las oportunidades de vivir como tanto deseamos están ahí presentándose a diario frente a nosotros, aunque en realidad cada una de estas ocasiones ha estado siempre ahí en todos nuestros minutos.

El percibir que nuestras oportunidades no son infinitas, no son tan abundantes e inagotables como creíamos, nos debe llevar a tomar todas esas ocasiones que la vida tenga a bien poner frente a nosotros, eligiendo con sabiduría cuáles son las opciones de vida que deseamos.

Tomar todas las oportunidades, esa debería ser la estrategia de nuestra vida y no solo de la segunda mitad de ella; tomar todas las oportunidades no solo de vivir la vida que deseamos, sino de ser para quienes nos rodean todo y más de lo que esperan de nosotros; porque si bien aquellas ocasiones desperdiciadas de tener en nuestra vida lo que deseamos son algo triste, no menos lo es el tener clara conciencia de que toda oportunidad desperdiciada jamás regresará.

La vida pondrá oportunidades frente a nosotros, para algunos más abundantes o escasas que para otros, y es nuestra decisión aceptarlas o no. Si queremos vivir en plenitud tomémoslas todas.

Lo más leído

skeleton





skeleton