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Una de las herencias del Imperio Español en la historia económica universal es la utilización del peso plata latinoamericano entre los siglos XVI y XVIII, lo que vino a revolucionar el sistema monetario internacional.

El régimen monetario ibérico sustentó la estabilidad de los patrones y unidades en las monedas metálicas a lo largo de 300 años.

La exportación de la plata se realizó en lingotes o monedas que servían al naciente comercio mundial, ya que podía ser usada como mercancía o medio de pago.

La moneda más valorada fue el peso plata que dominó los mercados entre el siglo XVI y XVIII y dio pie el dinero metálico como los conocemos hoy día y que consolidaría el comercio global.

Las minas de plata en la América Española, que fueron las más ricas del mundo y cuya producción aumentó de manera importante desde el siglo XVI hasta finales del siglo XVIII, llegaron a representar cerca de 80% de la producción mundial (1).

El peso plata sirvió como medio de intercambio debido a su durabilidad y alto valor, su aceptación fue universal, las monedas españolas ejercieron su función como patrón de cambio monetario internacional.

Muchos lingotes y monedas viajaban al Báltico, Rusia y el Imperio Otomano, así como a la India y China, países estos dos que absorbían los mayores volúmenes del metal.

El científico alemán Alexander Von Humboldt publicó en 1811 las cifras estimadas del volumen de plata que se exportaba entre 1492 y 1803 y que en ese lapso superó los 4,000 millones de pesos (2).

Las élites mercantiles se desarrollaron en las dos principales regiones mineras, la de Potosí en el Virreinato del Perú y la de Zacatecas y Guanajuato, en la Nueva España.

Los centros mineros estimularon el desarrollo económico y comercial de la región, el aprovisionamiento de las minas con mulas, alimentos, sal, pólvora, mercurio y el azogue como amalgama.

En cuanto a la mano de obra, la mayor mina de todas las épocas fue del Potosí, en el alto de Perú (hoy es Bolivia), que a finales del siglo XVI tenía 13,000 mineros, cuyo trabajo era forzado.

Para el siglo XVIII la mitad eran asalariados y la otra mitad forzados.

En México, en el siglo XVI, casi todos los trabajadores eran asalariados, en el siglo XVII el número de operarios era de 50,000, la mina más grande era la Valencia en Guanajuato y empleaba a 3,000 mineros y producía más de dos millones de monedas de plata al año.

Para finales del siglo XVII las minas en México en particular estaban produciendo plata al ritmo de unos 20 millones de pesos anuales.

1) Carlos Marichal, Steven Topik, Zephyr Frank, De la plata a la cocaína, cinco siglos de la historia económica de América Latina, 1500-2000, El Colegio de México A.C.

2) Humboldt Alexander, Ensayo Político sobre el reino de la Nueva España (Edición original en París, 1811, UNAM México, 1991, reedición española del clásico de 1811.

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