¿Por qué no mejoramos en política?
El poder de la pluma
No sé cómo lo ve usted, pero a nosotros nos parece que en cuestiones de política y de participación en la definición de la economía nacional, pasan trienios y sexenios y los ciudadanos en lugar de avanzar y ser mejores parece que, ya bien entrados en el Siglo 21, seguimos padeciendo las consecuencias de las decisiones dudosas, por decir lo menos, que tomamos a la hora de introducir nuestra boleta electoral en la urna. Muchos nos decantamos no por quien tiene más capacidades para ejercer el cargo público en disputa, sino por el que nos habla más bonito, nos dice lo que queremos escuchar, nos promete lo que sabe que nos cautiva y, en fin, nos engaña para llegar al cargo, en el cual tiene desde el principio la intención de maniobrar para llenar cada vez más sus bolsillos, no para esforzarse y buscar el beneficio de sus representados.
¿Quién o quiénes son los culpables de esta falta de mejoría y avance? Desde luego que en primer lugar somos nosotros mismos, los ciudadanos, que periódicamente sufrimos decepciones pero no aprendemos. ¿Y qué podríamos hacer para revertir esta situación? Creemos que muchas cosas, pero una básica, esencial y potencialmente eficaz y poderosa sería educar desde el hogar, y si se pudiera también en la escuela, a nuestros niños y adolescentes, que desde la primaria deberían recibir educación y conocimientos en materias de política y economía (esto último para la cuestión del autoempleo), junto con principios de ética y moral, de manera que cuando estén en edad de votar sepan elegir mejor de lo que lo hacemos nosotros ahora, siempre dando preferencia a la honestidad, la transparencia y la capacidad de servicio. Con eso nada más (otra idea sería ofrecer cursos o talleres sobre esos temas) México cambiaría radicalmente.
En lugar de ese país ideal, por la falta de educación temprana en política y economía padecemos las consecuencias de las acciones o inacciones de políticos y gobernantes que hacen su “trabajo” sin sensibilidad hacia los ciudadanos, sin inteligencia aparentemente, sin eficiencia y cambiando de rumbo de acuerdo con los vientos, en vez de mantener firme el timón, y el barco hacia un rumbo definido de mejoría y desarrollo.
Lo mejor sería que empecemos de una vez, en el hogar, en el trabajo y en donde quiera que podamos, a explicarles a nuestros hijos y nietos cuáles son nuestras responsabilidades a la hora de elegir a nuestros gobernantes, cuáles son las consecuencias de incurrir en malas decisiones en este aspecto, y qué debemos hacer cuando los políticos y gobernantes nos fallan.
Si nosotros no cumplimos esa tarea, nadie más lo va a hacer. Nos toca a nosotros, en primerísimo lugar, lograr que por fin México vaya en la senda del desarrollo, el progreso, y el saneamiento de la vida política y del ejercicio del poder, ¿no le parece a usted?