Mérida y los problemas del crecimiento
El poder de la pluma
La noche va cayendo sobre la ciudad de Mérida y desde los puentes o pasos a desnivel del Anillo Periférico observamos nuevos edificios de muchos pisos, todos bien iluminados. La misma vía sobre la que circulamos tiene buena luz gracias a miles de postes de alumbrado público, lo que ciertamente da seguridad a las interminables caravanas de vehículos cuyos focos rojos marcan el paisaje moderno y de pujante crecimiento de la capital yucateca.
Estamos seguros de que la seguridad que presume nuestra ciudad atrae para vivir aquí a cada vez más habitantes de otras partes del país. Y por ese crecimiento y el desarrollo que conlleva en cuanto a generación de empleos y oportunidades para abrirse paso en la vida, Mérida tiene el insoslayable compromiso de atender los problemas básicos inherentes al desarrollo. Cinco se nos ocurre que deben ser prioritarios: 1) El transporte urbano, que está muy lejos de ser perfecto o bueno; 2) La circulación vial, con espacios suficientes para los alrededor de 600,000 vehículos automotores que generan embotellamientos en prácticamente todo el territorio meridano; 3) La demanda creciente de servicios varios, desde el agua potable hasta la recolección de basura, pasando por la dotación de energía eléctrica; 4) La construcción de escuelas de todos los niveles, y 5) La dotación de espacios verdes y parques.
Ante el cúmulo de obstáculos y de trabajos que se requieren para atender los problemas del crecimiento urbano, debería haber una participación cada vez más intensa y extensa de la sociedad en la toma de decisiones, para propiciar la mayor eficiencia. Y es en este punto donde está el primer escollo, pues prácticamente desde siempre el desarrollo de nuestra ciudad lo deciden algunas personas, lo que con frecuencia desemboca en desatinos y errores.
Ejemplos de esa forma de definir las prioridades son el túnel subterráneo supuestamente propuesto para dar entrada al centro de la ciudad al famoso Tren Maya, y la postergación del “Segundo Periférico” o Anillo Vial Metropolitano, que ya urge ante la explosión del parque vehicular.
Quienes vivimos en Mérida estamos mayormente orgullosos de nuestra ciudad, que ofrece varias ventajas respecto a otras urbes de similar tamaño. Pero tenemos que insistir todos en pedir e incluso exigir que se atiendan, aunque sea gradualmente, todos los problemas que conlleva el desarrollo, porque de lo contrario no pasará mucho tiempo antes de que tal vez nos encontremos en la disyuntiva de huir a otra parte, o resignarnos a vivir en medio de problemas y contratiempos que nos causen un permanente estrés que afecte nuestra salud y reduzca nuestras expectativas de vida.
Si todos hiciéramos nuestra parte, Mérida podría ser un ejemplo de desarrollo urbano armónico, ecológico y feliz, feliz, feliz. ¿Lo ve usted difícil? ¿Cuál sería el primer paso que deberíamos dar?