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¿Sabía usted que desde hace ya varios años Petróleos Mexicanos pierde $34,000 por segundo? Yo tampoco, pero un especialista entrevistado por el conocido analista de la economía David Páramo hizo el apunte como parte de los argumentos para considerar imposible que la empresa del gobierno pueda ser puntal de un desarrollo nacional que sólo está en la imaginación de algunos gobernantes.

No son los primeros analistas que señalan la incongruencia en la que se incurre al tratar de enfocar esfuerzos y dineros en salvar a una empresa extremadamente deficitaria como es Pemex, y afirmar que el desarrollo nacional puede basarse en la producción de los muy contaminantes combustibles fósiles, yendo contra la corriente mundial que mejor apuesta por las energías renovables y limpias, verbigracia las fotovoltaicas y las eólicas.

El rechazo del gobierno federal a respetar los acuerdos de inversión suscritos por sus antecesores con empresarios mexicanos, canadienses y europeos ha llegado a los tribunales nacionales y un juez ordenó la suspensión de un decreto firmado por la Secretaría de Energía que frena ese tipo de inversiones. Ojalá que el asunto tenga un buen final que deje a salvo el prestigio de México como buen destino de capitales foráneos.

Pero el caso de Pemex no es único en el estilo de gobernar que estamos padeciendo ahora, que incluye decisiones que van contra la opinión de amplios sectores sociales. Por ejemplo, al conocerse el anuncio del presidente Andrés López de que reanudaría sus giras por el interior de la república, muchas voces se levantaron para pedirle que no haga eso porque, en las concentraciones populares que seguramente se generarán, pondría en riesgo a muchas personas que podrían contaminarse del mortal Covid-19. El mandatario no hizo caso.

Qué más quisiéramos que vivir tranquilos en un país en el que los gobiernos de todos los niveles no tuvieran más interés que el bienestar y el desarrollo de las familias. Pero por todos lados saltan las liebres que esparcen la inquietud.

Hace unos días dimos a conocer que en el Diario Oficial de la Federación se publicó un aviso en el cual la Secretaría de Economía anunciaba la realización de una consulta pública para establecer cierta Norma Obligatoria para los procesos electorales del país. Se ignora de qué cabeza salió tal idea, que tomó de sorpresa inclusive al Instituto Nacional Electoral, el cual pidió una aclaración a la secretaría, sin éxito, ante lo cual no tuvo más que precisar que defenderá con todos sus recursos cualquier intento de quitarle las funciones y atribuciones que en materia electoral la Constitución federal sólo concede al INE.

Sería mejor que todos supiéramos con claridad hacia dónde quiere nuestro gobierno llevar a nuestro país, porque así todos daríamos nuestro mejor esfuerzo para alcanzar la meta común. Pero caminando así, como dando palos de ciego, ¿dónde caeremos? ¿A usted le gusta que marchemos así?

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