Impacto psicológico de la pandemia
El poder de la pluma
El sacerdote tuvo que hacer una pausa; estaba a punto de llorar, pero guardó silencio unos segundos y recuperó la compostura. La misa que oficiaba marcaba el aniversario de su ordenación sacerdotal, y con toda hombría reconoció que le daba mucha tristeza ver su iglesia vacía, oscura y triste, pero afirmó que ahí seguiría, esperando el regreso de los feligreses cuando ya lo permita el despiadado coronavirus Covid-19. “La verdad es que los extraño a todos”, reconoció, y les pidió confiar en Dios, convencidos de que superaremos la contingencia, que ya ha costado miles de muertos.
No es el único hombre que siente en su mente o espíritu el impacto de la pandemia. Aquí cerca, el esposo de una cultora de belleza, de unos 55 años de edad él, casi perdió la cordura cuando creyó que la tal enfermedad lo había hecho su presa. Se aisló en un cuarto de su casa y tuvo varias crisis de angustia, y pidió que lo lleven con dos médicos diferentes, que le dijeron que no tenía nada, que sólo eran sus nervios. Ahora ya está superando la depresión y se ha incorporado al trabajo.
Más cerca, un joven esposo, de menos de 40 años, igualmente se creyó infectado por el Covid-19, también se encerró y tuvo ataques de pánico. Su paciente y diligente esposa lo ayudó a superar el trance.
Son tres casos de los que éste su servidor se enteró casualmente, pero ¿cuántos más ha habido y habrá en las próximas semanas en nuestra ciudad? No lo sabremos a ciencia cierta porque las autoridades están abocadas a combatir la enfermedad en el plano médico, y en esto hacen bien. Pero ¿cuánto daño dejará la pandemia en la mente, la psique de los infectados con el virus, y en los que aun no afectados sufren porque tienen el convencimiento, cierto o falso, de que ya cargan con el mal.
Nunca en la historia de la humanidad habíamos sufrido una pandemia con las características de la actual, y esto se debe, entre otras cosas y principalmente, a la rapidez con que los habitantes del planeta van de un país a otro, desperdigando a su paso el virus. Y nada ayuda a la tranquilidad el hecho de que la capacidad de comunicación mundial ha avanzado tanto, que lo que pasa en la Cochinchina no tarda ni cinco minutos en saberse en Dzilam González, Yucatán, por dar un ejemplo.
Desde ahora podemos afirmar que la pandemia dejará profunda huella psicológica en millones de hombres y mujeres de todo el orbe, y sería magnífico que el combate contra la enfermedad abarque la atención psicológica para todas las edades. Pero las instituciones del sector salud apenas se dan abasto para atender a todos sus derechohabientes, aunque pocos hospitales reconocen que ya están saturados con los casos de Covid-19 y los relativos a la amplia gama de enfermedades que usualmente también atienden.
Confiemos en el Creador y asumamos que tarde o temprano la pandemia que ahora nos azota desaparecerá. Ojalá sea pronto.