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Díganos usted, amable lector, en qué se parecen dos muy breves relatos y la situación en México que aquí mismo le voy a presentar.

El primero es aquel cuento que tal vez ha escuchado usted alguna vez, que dice que estaban un hombre y su mujer discutiendo en la calle, y en un momento dado él le propina a ella un puñetazo que la hace caer al suelo. Indignado, un transeúnte se interpone entre aquellos dos, y después de darle un golpe al hombre le reclama su agresiva acción. De inmediato la mujer corre a levantar a su marido, mientras le reclama al desconocido que se atrevió a golpear al “amante esposo”. “Él puede pegarme cuando quiera, para eso es mi marido, así que usted no se meta”, grita la ahora agresiva fémina.

A mi pueblo llegó a vivir un joven cubano que era excelente jugador de béisbol, bien parecido y muy platicador. Decía que su sueño era emigrar a Estados Unidos y jugar en las Grandes Ligas. Reconocía que en Cuba no había muchas oportunidades de desarrollo personal, la comida escaseaba a veces y uno podía ser médico o científico y de todas maneras apenas ganaba para vivir. Pero no fuese usted a hablar mal de Fidel y Raúl Castro, porque entonces se indignaba y surgía el riesgo de que él se agarrase a golpes con usted.

En el México actual, no le repetiremos aquí las más recientes, pésimas cifras en cuanto a cierre de empresas, pérdida de empleos y economía en general; en educación, pandemia y salud global, violencia criminal, etcétera. Sólo apuntaremos que el viernes reciente el Covid-19 ya había matado a 108 mil 863 personas y contagiado a un millón 156 mil 770 en nuestro país.

Y con todo ese negrísimo panorama, el señor presidente Andrés López mantenía un nivel de aceptación popular de entre 50 y 60% (en números redondos) de toda la población.

¿Por qué la mujer defiende a su marido a pesar de que éste le pegue? Ese tipo de agresiones siguen ocurriendo no obstante todas las campañas y manifestaciones incluso violentas que exigen frenar esas situaciones.

En cuanto a los cubanos que huyen de su isla natal, quizá podría aventurarse como explicación que varias generaciones fueron educadas desde la infancia precisamente para ensalzar a las figuras políticas dominantes. Serían frutos de un adoctrinamiento que incluye el sistema educativo.

Por último, en cuanto a los mal llamados chairos (ignoro de dónde surgió la palabra), que adoran y defienden al presidente López Obrador, su actitud quizá podría explicarse con que, después de varios decenios de pobreza y falta de educación, están hartos de la corrupción, aunque también han aprendido a ser muy agradecidos con quienes les regalan dinero o apoyos en especie o efectivo. Los políticos saben esto, y por eso en campaña están dispuestos a obsequiar dinero y objetos diversos con tal de llegar a los cargos en los que se maneja la verdadera lana. ¿Qué opina usted del tema?

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