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“La plática se centra en Rendón. Todos le advierten del peligro que corre por su oposición al gobierno del general Victoriano Huerta. Don Serapio replica al señor Castillo: “Si usted supiera desde cuándo me están diciendo que me van a matar, se reiría, como yo, de lo que me dicen. Van más de diez avisos que me dan. Esos son manejos de los huertistas, que quieren asustarme para que yo me escape como un cobarde, y no lo conseguirán”.

El párrafo anterior es parte de un relato que firma Ricardo Cruz García y que usted puede encontrar en https://relatosehistorias.mx/nuestras-historias/el-asesinato-de-serapio-rendon, dirección en la cual también puede adquirir la revista donde, en su tiempo, fue publicada completa esa historia.

Hace unos años, cuando su servidor buscaba información sobre la Medalla Belisario Domínguez –máxima presea que cada 7 de octubre otorga, desde 1954, el Senado de la República–, nos topamos con un dato que seguramente muchos yucatecos y campechanos ignoran: hubo un yucateco-campechano que también, como el chiapaneco Domínguez Palencia, ofrendó su vida en aras de los ideales que se fraguaban para sustentar la nueva nación en que se estaba convirtiendo México.

La búsqueda en internet con las palabras “Serapio Rendón biografía” arroja gran cantidad de información. En este trabajo, que dividiremos, buscaremos sustentar esta pregunta: Si Serapio Rendón fue tan valiente, virtuoso y sobresaliente en la tribuna legislativa como lo fue Belisario Domínguez, ¿por qué no hay una medalla que lleve su nombre?

Quizás –sólo quizás– su “pecado” haya sido que nació en Ciudad del Carmen, Campeche, el 3 de septiembre de 1867, pues ahí residían sus padres, “exiliados de Mérida, Yucatán”. Poco tiempo vivió la familia Rendón Alcocer en Isla del Carmen, y regresó a la capital yucateca cuando Serapio tenía sólo tres años. En Mérida estudió éste la primaria y luego la preparatoria, en el Instituto Literario. En 1889 se graduó de abogado en la Escuela de Jurisprudencia, y años adelante se dedicó a la política.

De internet pizcamos también el siguiente párrafo: “Manuel Márquez Sterling, embajador cubano en México durante el gobierno del presidente Madero, afirma que don Serapio (a quien conoció en Mérida cuando eran jóvenes) “se educó en Yucatán, lugar donde reside su familia, dábanlo por yucateco sus compañeros de brega en el Distrito Federal”.

La plática a la que se refiere Cruz García en su dramático relato se efectuó en una residencia de la Ciudad de México, la noche del 22 de agosto de 1913. Al retirarse del convivio, el diputado federal fue capturado por órdenes del “usurpador” Huerta, y asesinado en la madrugada. “De una ventana a sus espaldas resonó un tiro y la bala le rompió el cráneo; allí fue rematado con una descarga que le disparó un pelotón que entró por la puerta” (Continuará).

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