Pandemia: mayor impacto en pueblos chicos
El poder de la pluma
En general, en todas las situaciones de la vida el más débil es el más majado, y eso es lo que ha ocurrido en las tres esferas o niveles de gobierno. Al gobierno federal el Covid-19, que ha costado poco más de 2 millones de vidas hasta el momento, le vino como anillo al dedo (así dijo el presidente Andrés López), pues le ha permitido aportar o despojar de recursos al sector que quiera, desaparecer programas y fideicomisos, e impulsar todavía más su esquema de apoyos o subsidios a los sectores que tienen más carencias. ¿Ha dado buenos frutos esta estrategia de regalar dinero? Nos parece que no, pues es una táctica viejísima que falla siempre en su objetivo de lograr que el ciudadano desarrolle una actividad productiva con un apoyo inicial, y después continúe trabajando con sus propios recursos.
En el ámbito estatal, el efecto económico de la pandemia se afronta de dos maneras: una es acatar a pie juntillas todo lo que sugiera, proponga u ordene el presidente de la República; y la otra es que el gobernador trate de hacer lo que piensa que es mejor, o lo que le pide la población local, con el consiguiente hostigamiento.
Pero donde la cosa está “más persa” (Bonch Muñoz dixit) es en el ámbito municipal, donde se aplican recortes federales o estatales sin pensar en las negativas consecuencias que tiene esa falta de apoyo. A la gran mayoría (o todos) de los 106 ayuntamientos yucatecos las participaciones federales mensuales apenas les dan para cubrir el gasto corriente (salarios, y servicios básicos como electricidad, telefonía e internet), prestaciones vitales como el traslado de enfermos, y una que otra cosilla más. ¿Y la inversión en obras públicas? Bien, gracias; ustedes sigan dedicándose a eliminar o sustituir leyes que les resulten incómodas o que les impidan cumplir su sagrada cruzada de destruir lo que había logrado la sociedad mexicana...
Cuando venga usted a ver, ya va usted a ver que las carencias en los municipios pequeños seguirán aumentando de ahora al final del sexenio, y quizá sigan agravándose con el siguiente presidente. Porque si bien en la prensa de la capital del estado empiezan a publicarse notas esperanzadoras y/o demagógicas en el sentido de que ya empezó la recuperación del país, en el interior del estado son todavía muy pocos los que ven su esquina. Falta de empleos e inflación o carestía ya se están combinando y empiezan a causar estragos, a pesar de los esfuerzos de los alcaldes por reducir el impacto que sigue dejando la pandemia, más en las poblaciones pequeñas que en las mayores… Ya sabe usted, al perro más flaco se le pegan las pulgas, con el perdón de las pulgas.
En el empobrecimiento de las poblaciones del interior del estado es factor fundamental la casi insultante falta de apoyo a las actividades agropecuarias y pesqueras. Ya tocaremos el tema en una próxima entrega.