A sólo 15 días de las cruciales elecciones del 6 de junio, nos parece conveniente empezar a analizar el panorama político de nuestro país, y sobre todo pensar en qué vamos a hacer con lo que queda de nuestro sistema electoral. Entre otros puntos a considerar, es difícil negar que los partidos que componen ese esquema han caído en el descrédito porque, como muchos creemos, le dan más prioridad a la búsqueda de ganancias y del dinero “fácil” que se puede desviar del erario, que a los planes o programas que deberían aplicarse a fin de conseguir que todos los sectores sociales tengan un campo adecuado para desarrollarse, crecer y aportar al engrandecimiento de México.

En pocas palabras, hace falta realizar una reestructuración, una serie de cambios en nuestros esquemas político-democráticos para lograr, por ejemplo:

1. Que los partidos recuperen su credibilidad, para lo cual deben dejar en claro que su objetivo es alcanzar los cargos públicos con el fin de trabajar por el bien de la sociedad, no en su propio beneficio.

2. Que los mexicanos sean educados en la cultura de la democracia desde la niñez, de modo que crezcan con la convicción de que alcanzar un cargo público es un honor y una oportunidad de servir a sus compatriotas, y que aprovecharse de tener acceso a fondos públicos es condenable y vergonzoso.

3. Construir un esquema democrático limpio y sencillo, idealista y transparente, que promueva la participación plena y sin obstáculo de todos los mexicanos en los procesos que se diseñen para elegir a nuestras autoridades en los tres niveles de gobierno. Los afortunados que lleguen a un puesto público deben tener plena conciencia de que su papel es el de servidores, de que están para servir a sus conciudadanos, no para que éstos los sirvan a ellos.

Podríamos agregar otras sugerencias, pero el espacio es poco y con las ya planteadas debería ser suficiente para que se entienda lo que se requiere hacer en nuestro sistema político nacional.

Quizás a alguien no le parezca una tarea muy grande y urgente, pero sí lo es: nada más observemos que el primer obstáculo a superar sería definir qué persona u organización tendría la calidad moral y legal para llevar al cabo un trabajo de tal relevancia. Ahora mismo no parece haber alguien que pueda mover a las multitudes o los sectores sociales, a fin de lograr su participación amplia y plena en poner las bases del cambio.

Nos parece que la gran tarea debería empezar lo más pronto posible, o correremos todos el riesgo de vernos en un país sin rumbo definido, en el que la deshonestidad sea la característica más destacable. Los resultados que arroje el ejercicio electoral del próximo día 6 serán muy importantes para percibir cuán urgente es planear y aplicar el nuevo esquema que estamos sugiriendo. ¿Cómo ve usted este panorama, este planteamiento?