Obras “faraónicas” y “apoyos” sociales

Gínder Peraza Kumán: Obras “faraónicas” y “apoyos” sociales

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En las declaraciones, maniobras y simulaciones que ya empezaron a verse como preludio claro de las aparentemente aún lejanas elecciones de 2024, llaman la atención los apuros cada vez más evidentes del gobierno federal por que los llamados “proyectos faraónicos” avancen, pues deben estar listos antes que se cumpla el cambio de gobierno de ese año.

El aeropuerto de Texcoco, que por lo que parece nunca podrá igualar las funciones que iba a permitir el que se estaba construyendo desde el sexenio anterior, ya genera dudas por el lento ritmo que lleva, mientras que el Tren Maya tiene aún muchos cabos sueltos, desde estudios ecológicos que hasta ahora no se han concretado, hasta protestas de los legítimos dueños de las tierras porque les quieren pagar una bicoca por hectárea.

El proyecto más cadavérico parece ser el de la refinería de Dos Bocas (costa tabasqueña), que según sabemos está detenido desde que la compañía que ganó la licitación para emparejar el terreno presentó su renuncia ante la prácticamente imposibilidad de realizar ese trabajo, en medio de áreas cenagosas y pantanos.

La conclusión de cualquiera de esos proyectos daría al presidente López Obrador y su partido, Morena, la oportunidad de afirmar que su llamada 4T (Cuarta Transformación) sí cumple lo que promete, aunque deje la zalea en el alambre de púas.

El problema, el gran problema, es que ya se duda grandemente de que el gobierno federal pueda allegarse los recursos económicos suficientes para concretar las tres obras faraónicas ya mencionadas, y además cumplir los programas sociales que han sido banderas del tabasqueño desde antes del comienzo formal de su administración.

Y a todo esto que le digo de los apuros económicos hay que hacerle frente en medio de los enormes gastos de atención médica y de vidas perdidas que está dejando todavía la pandemia de coronavirus Covid-19. La enfermedad tiene además un muy alto costo político y electoral, como se vio en las elecciones del 6 de junio reciente.

Le aseguramos que no tenemos ni la más mínima intención de alegrarnos porque al gobierno federal y a los estatales y municipales les vaya mal, puesto que entonces a los ciudadanos comunes como usted y yo nos iría peor.

Pero no podemos dejar de señalar que por cada programa emergente que se crea ante la presión social, uno o más de los que ya existían tienen que desaparecer para ceder sus recursos a las urgencias u ocurrencias que surjan del Poder Ejecutivo federal.

Con la conjunción de una creciente escasez de recursos, y las demandas ciudadanas propiciadas por el propio gobierno federal, se estaría formando un caldo de cultivo que puede ser muy riesgoso si genera inestabilidad, manifestaciones e inconformidad social. Porque los ciudadanos, “buenos” o “malos”, siempre exigen que les cumplan con las obras y dádivas que les han prometido.

Ándese con cautela, todavía viene lo más álgido.

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