¿Cuán lejos está el proceso electoral de 2024?
Gínder Peraza Kumán: ¿Cuán lejos está el proceso electoral de 2024?
En una plática de amigos escuchamos opiniones sobre el panorama político que se vislumbra en Yucatán cuando sólo faltan unos meses para que se abra el proceso que culminará con la elección, el 2 de junio de 2024, de quién será el siguiente Presidente de la República, y también quién ocupará la silla principal en el edificio que está en la esquina de las calles 60 y 61 de Mérida.
El tiempo que falta para el cambio presidencial es realmente corto, de modo que los políticos tendrán que echar mano de todas sus habilidades para acopiar recursos humanos y, sobre todo, económicos, si quieren tener posibilidades reales de alcanzar la meta. Así que nuestro próximo Gobernador será alguien que desde antes de los primeros movimientos del proceso electoral ya tendría comprometida la fidelidad de los equipos humanos que tradicionalmente se forman para empezar a formular planes, los cuales desafortunadamente no siempre son ajenos a la venganza.
Observadores amigos afirman que ya hay políticos, incluso reciclados, que empiezan a hacer presencia tanto en la periferia de Mérida como en los principales municipios del interior del Estado. Algunos afirman que ya hay pláticas entre figuras destacadas de partidos como el PAN, PRI y PRD, y alguien opinó que una eventual alianza de esos institutos políticos parece ilógica e improbable, pues no tiene bases ideológicas ni morales que le den solidez. Pero alguien le recuerda de inmediato que esas alianzas ya se han hecho en procesos anteriores y generaron puestos públicos para sus impulsores.
Hace tiempo ya –¿no es cierto, amigos?– que nuestros políticos perdieron la capacidad de sentir vergüenza al cambiar de principios ideológicos, de valores morales y de ética, poniendo por encima de esos elementos la conquista del poder y el dinero. Y nadie anda por ahí con cara de vergüenza, con semblante serio y preocupado por la posibilidad de que lo alcance el mítico “largo brazo de la ley”. (Nosotros creemos que a esa ley le dio diabetes, y en un momento dado hubo que operarla y amputarle el citado miembro).
Bien pagados serán los operadores políticos y los concertadores sociales, que trabajan en atraer a los votantes, incluyendo a quienes todavía no saben hacia dónde jalar, y a los ya decididos, que sólo tienen pendiente asegurarse de quién o quiénes van a pagar mejor por la credencial de elector.
En un entorno que incluye un Gobierno federal que ha gastado el dinero del pueblo en programas o planes incluso disparatados, y también abarca a un gobernador que ahora sí se desvive por mostrar que trabaja duro, financiar la campaña va a ser el principal chiste que deberán aprenderse aquéllos que quieran alcanzar un puesto de buen sueldo en las elecciones de 2024. Con el paso de los meses veremos quién pinta para ser “el más chistosito” del proceso electoral.
Le seguimos la semana próxima.