Convenios “legales” amenazan a periódicos (II)
Gínder Peraza Kumán: Convenios “legales” amenazan a periódicos (II).
En noviembre de 2008, cuando se jubiló del Diario de Yucatán, Manuel Triay Peniche se planteó qué haría en los años que le quedaban. Obligadamente tuvo que pensar en su propia vida y en que ésta no se entendería sin incluir los 41 años que trabajó en el Didy, que como él dice varias veces en el libro que acaba de dar a conocer, “Interiores - El ocaso de un gigante”, era considerado por muchos yucatecos y otras personas como “la Biblia”, por su contundencia y credibilidad en temas como la política, sobre todo, pero también en los negocios, la operación de los gobiernos, la religión y etcétera.
Triay Peniche, que como le informamos la semana pasada en esta columna, presentó su libro el 18 de marzo reciente en el Teatro Felipe Carrillo del edificio central de la Uady, se refiere al carácter “bíblico” del Didy (“si lo dijo el Diario, entonces es cierto”) apenas empezando su obra, en el prólogo, mientras que en el otro extremo, en las últimas 18 páginas del texto (capítulo 18, “El Diario se cae a pedazos”), incluye revelaciones que hacen que se nos enchine la piel a quienes hemos trabajado en ese sector toda la vida.
“Sé que el actual Gobierno del Estado paga mensualmente al Diario unos me dicen que 5.5 y otros que 6 millones de pesos, ‘lo mismo que le pagaba el Gobierno de Zapata Bello’, según mis fuentes. ¿Eso es ilegal? La respuesta sigue siendo no. Sé también que quienes se sentaron a negociar ese convenio querían 9 millones mensuales –6 facturados y 3 en efectivo–, pero se les negó”.
El veterano reportero incluye en su libro otras cifras de “convenios” del gobierno con diferentes medios, y precisa que eso no es ilegal, porque se da un servicio a cambio.
En un alud final de opiniones, cifras y señalamientos, el periodista y escritor puntualiza que el uso de internet como fuente de información es uno de los factores que está hundiendo a los medios impresos, que se han visto obligados a reducir sus tirajes de ejemplares diarios y además han cambiado su ideología y su escala de valores morales. Los gobiernos federales, estatales y municipales, afirma, hunden aún más a los periódicos porque con los convenios que los otorgan les dan vida artificial. Y eso no es ilegal, reitera.
“¿Dónde hallamos lo incorrecto, lo lamentable, lo inaceptable? –prosigue–. En que los medios de comunicación en general hacen suyos los boletines, las notas oficiales, y las publican sin advertirle al lector que se trata de una información ajena al medio y de la que carecen de pruebas para avalar los contenidos”.
En el último párrafo de su texto de poco más de 330 páginas Triay dice: “Es tiempo de dejar de jugar a hacer periodismo y de retomar los principios que lo hicieron grande, pues sólo así se podrá salir de esta crisis económica y moral que lo acaba (al Didy) a pedazos”. La reseña de este histórico libro da para más entregas. (Continuará).