De Cuba a Yucatán para una dura lucha (III)

Gínder Peraza Kumán: De Cuba a Yucatán para una dura lucha (III).

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Al principio de su libro, Triay expone el dilema al que se enfrentaba: tras 41 años de servicio lo habían despedido despojándolo de sus prestaciones especiales, como el seguro de gastos médicos mayores. Fue un duro trance, explica, pero a final de cuentas se dijo a sí mismo: “Yo nada le debo al Diario”. Y decidió contar todo lo que sabía.

Aun así, se modera muchas veces a lo largo de su narración e incluso aclara que aunque él puede hablar mal del Didy, no permitiría que otros lo hagan frente a él. De todos modos parece evidente que tiene bien grabado el señalamiento de que un hombre malagradecido es un mal hombre y quizá por eso dedica el capítulo I a hablar bien de los Menéndez de Yucatán, de su origen cubano. Primeramente, cita a don Antonio Menéndez y doña Angelita González, quienes por motivos políticos un día rentaron una goleta que los trajo a Yucatán, y se asentaron en Tixkokob. Con la pareja llegó un hombre que luego sería conocido como destacado maestro y polígrafo: don Rodolfo Menéndez de la Peña.

Así fue como el primer director que tuvo la Revista de Mérida –antecesora de la Revista de Yucatán y del Diario de Yucatán–, Carlos R. Menéndez y González, nació en esa pintoresca población cercana a Mérida. Bajo la bandera de “Por la Verdad, la Justicia y la Patria”, el joven periodista fue encarcelado al menos en seis ocasiones, varias veces lo mandaron al exilio y otras tantas sufrió la destrucción y quema de sus imprentas.

Ese primer capítulo está tan lleno de detalles, nombres, fechas y la defensa de valores éticos y morales, que es imposible repetirlos aquí. Y algo similar ocurre con el capítulo II, titulado “D. Felipe y D. Carlos R.”, donde se dan detalles de la estrecha amistad que había entre el periodista y el gobernador motuleño Felipe Carrillo Puerto.

Aquí hacemos un paréntesis para incluir un apunte propio. Poco después de entrar a trabajar al Didy en 1978, convencí a Manuel para llevarlo a Dzilam Bravo (puerto vecino de mi pueblo natal), supuestamente a pescar, pero aunque caminamos unos 3 km de playa, nada pescamos y él finalmente pidió que regresáramos. No recuerdo por qué lo invité, quizás lo quería impresionar, y menos sé por qué aceptó la invitación de un chamaco que apenas conocía.

Otra vez Triay nos convocó a los mejores elementos de la Redacción, editores y reporteros, porque le encomendaron formar un equipo para producir contenidos especiales. Instalados en su bar particular para celebrar, nos invitó a tomar lo que quisiéramos, y yo le pedí permiso para “confraternizar” con un Johnnie Walker Etiqueta Azul, que casi me acabo. Un tanto avergonzado, traté de devolverle la botella, pero cuando me enteré de su precio dejé mi buena acción para otro día…

NOTA: Si quiere conocer los atributos del JW Etiqueta Azul, siga este enlace: https://es.wikipedia.org/wiki/Johnnie_Walker#Etiquetas_(Blends)–. (Continuará).

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