Universiada Nacional 2019
El poder de la pluma
Este 1 de mayo arranca, en la ciudad de Mérida, la Universiada Nacional 2019. El evento es la mayor competencia deportiva en el país entre estudiantes de nivel superior, quienes representan a sus respectivas instituciones en diferentes disciplinas. Cada año va cambiando de sede y en esta ocasión le tocó a la Universidad Autónoma de Yucatán ser anfitriona de más de siete mil universitarios, quienes tendrán que recibir hospedaje, comida, transporte y todas las atenciones necesarias para el correcto desempeño de sus actividades.
Para la comunidad Uady y para Yucatán es sin duda un orgullo poder ser protagonistas de este magno evento deportivo, pero no evitan asaltar al escritor ciertas dudas e inquietudes al respecto: ¿están listas la máxima casa de estudios del estado y las autoridades de gobierno para hacer frente al reto que tienen enfrente?, ¿existen las condiciones adecuadas para cumplir el compromiso de manera satisfactoria?
Y es que entre la misma comunidad universitaria las opiniones se dividen. Por un lado, existe el entusiasmo de muchos deportistas por “jugar en casa” y poner en alto el nombre de sus escuelas, pero también están las voces que consideran que las instalaciones deportivas podrían estar en mejores condiciones, que el apoyo al deporte no siempre ha sido constante y que la comparación entre el respaldo que reciben los deportistas de otras universidades -públicas y privadas- del resto del país con los que nos representarán aquí deja en desventaja a los locales.
Además, los no deportistas alegan que en la Universidad aún no se satisfacen las necesidades mínimas dentro de las escuelas y facultades, de tal forma que hacerse cargo de un evento de la envergadura de la Universiada resulta quizá inconveniente e innecesario.
Por otro lado, ni la Universidad ni el gobierno del Estado cuentan con algunas instalaciones adecuadas para ciertas disciplinas -por ejemplo, atletismo se llevará a cabo en Campeche, porque en Yucatán no hay una pista con los requisitos mínimos requeridos para esa categoría-, lo que ha significado tener que recurrir a instituciones privadas u otros complejos para realizar las competencias.
Todo lo anterior no pretende ser crítica estéril ni una rogatoria para que la Uady y Yucatán no sean sede de este tipo de eventos, sino una reflexión sobre la importancia que nuestra Universidad y las autoridades estatales dan al deporte universitario -incluso frente a otras necesidades estudiantiles-, ya sea como parte de la formación integral de los estudiantes o entendiendo también al deporte como factor necesario del desarrollo social.
Al autor no le cabe la menor duda de que cualquier deficiencia u omisión en recursos y apoyos será adecuadamente suplida y compensada con la magnífica calidad del personal universitario y el gran nivel de nuestros deportistas, los jaguares de la Uady, quienes, independientemente de todo, pondrán en alto el nombre de nuestra Universidad y de nuestro estado.