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Durante semanas hemos insistido en que las autoridades estatales no están atendiendo los focos reales de contagio, que el Covid-19 se transmite en lugares específicos y que uno de ellos está relacionado estrechamente con el sistema de transporte público de la ciudad de Mérida, un sector que no se atiende desde que iniciaron los casos en nuestro estado.

Al igual que el servicio de recolección de basura y de agua potable, el transporte público es originalmente una responsabilidad constitucional de los ayuntamientos. Sin embargo, en el caso de Yucatán son muchas las obligaciones que el gobierno estatal ha atraído para sí, pretextando tener una mejor capacidad para brindar los servicios a la ciudadanía. Curiosamente, al tener el control del transporte público, el gobierno estatal decidió concesionar este servicio argumentando -vaya ironía- no tener la capacidad material para prestarlo. Desde hace muchos años son entidades privadas quienes han operado el transporte público, pero no cabe duda que el Estado parece haber abandonado por completo la rectoría de este servicio, limitándose a regular una que otra cosa y a dar subsidios a los concesionarios.

La realidad es totalmente ajena al mundo del deber ser. En la ciudad de Mérida, el sistema de transporte público es deficiente, obsoleto y está rebasado por la gran demanda diaria de miles de yucatecos que dependen de él para vivir, para trabajar, para subsistir. Que los paraderos y los camiones sean un foco rojo de contagio no hace más que evidenciar el severo problema en que se encuentra este servicio. Tener a decenas de miles de personas esperando y transitando en escarpas estrechas y calles inadecuadas para los camiones no es señal de un sistema exitoso.

¿Existe una alternativa al sistema actual? Por supuesto. No pocos expertos en movilidad y desarrollo urbano han propuesto cambios a la estructura del transporte público. Algunos tienen que ver, por ejemplo, con cerrar el primer cuadro de la ciudad a los vehículos y hacerla una zona exclusivamente peatonal. Además, es importante sacar los paraderos del centro e instalar bases o centrales distribuidas por toda la ciudad, creando rutas que sean capaces de atravesar Mérida de norte a sur, de este a oeste y por medio de circuitos, como el que tanta falta hace en el periférico, y que pueden pasar por el centro, pero nunca tener una base en él. Descentralizar las rutas agilizaría la movilidad y ahorraría dinero al usuario. Además, es necesario implementar un sistema de pago por el que la ciudadanía pueda llegar de un lugar a otro por una tarifa, no importando cuántos camiones necesite para ello. Estos modelos tienen su eficacia y eficiencia probada en el mundo y en nuestro país, como en la Ciudad de México, por lo que adaptado a las necesidades particulares de nuestra entidad podría revolucionar el servicio que se le presta a la ciudadanía.

Quizás es momento de que tanto Mauricio Vila como Renán Barrera recuerden sus promesas de campaña: mejorar el sistema de transporte público y la movilidad en Mérida. Cinco años después no sólo no se mejoró, sino que ha empeorado y pone en riesgo la vida y la salud de miles de yucatecos.

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