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En este mismo espacio hablábamos hace un año sobre la legalización de la mariguana. Para ese entonces, la iniciativa de Morena planteaba elevar el gramaje permitido de cannabis para ser considerado consumo personal y no ser detenido o procesado. Casi al terminar 2020, el Poder Legislativo se queda sin tiempo para emitir las normas que regulen el consumo de esta planta. El mandato viene, como dijimos en aquella ocasión, de la Suprema Corte de Justicia que incluso concedió a los legisladores una prórroga que concluye el 15 de diciembre. No es que los legisladores estén entusiasmados por regular el cannabis o que hayan salido muy progresistas -porque de ser así está regulación se hubiese dado desde tiempo atrás-, sino que viene otro Poder del Estado a meter orden en un tema de derechos humanos y libertad personal.

El dictamen aprobado en el Senado y que pasa a la Cámara de Diputados prevé que la portación máxima permitida pase de 5 a 28 gramos, modificando el criterio de la Ley General de Salud. También tuvo que reformarse el Código Penal Federal, a fin de que tener esta cantidad de mariguana no constituya un delito y, aparentemente, “dejar de criminalizar el consumo”. Asimismo, la iniciativa plantea la creación del Instituto del Cannabis, dependencia que estará subordinada a la Secretaría de Salud y que reglamentará y vigilará la producción, distribución y venta de la mariguana y sus derivados. Por último, se va a amnistiar a aquellos reclusos que estén cumpliendo condenas por posesión simple de la droga.

Sin embargo, la propuesta presentada por Morena y aplaudida por la mayoría de los senadores no soluciona el problema ni “descriminaliza” el consumo de mariguana. Es del dominio público que una práctica policial que se observa en torno a las detenciones por posesión de cannabis es la “siembra” de la droga a los detenidos para poder procesarlos y amedrentarlos. ¿Con la regulación se acaba esta práctica? No. Bastaría con que ahora ya no se le impute a un detenido la posesión de más de 5 gramos, sino más de 28. Ya sea la ausencia de genuina voluntad política o el desconocimiento de la técnica legislativa hizo que el legislador desoyera voces expertas y no eliminara del todo el delito por posesión, con lo que la criminalización sólo aumentó gramos. Habrá que ver las estadísticas en cuanto a detenciones por posesión de más de lo permitido en los años venideros.

La iniciativa sí abre camino para avanzar en esta problemática: sobran evidencias de que la prohibición absoluta e injustificada de las drogas no sólo vulnera la libertad personal, sino que no sirve para combatir al crimen organizado y reconstruir el tejido social. A lo largo de la historia, la prohibición ha generado violencia, mercado negro, clandestinaje y nuevos delitos. No sirvió con el alcohol y no serviría con el tabaco, que también son drogas y estadísticamente causan decenas de miles de muertes directas e indirectas al año, a diferencia de las estadísticas sobre mariguana. ¿Por qué con esta otra droga la prohibición sí funcionaría? ¿No estaremos más bien ante un tema moral y de estigmatización que de sentido común y evidencias?

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