La política de la cooperación

Héctor López Ceballos: La política de la cooperación

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El del domingo fue quizás uno de los mejores discursos de Andrés Manuel López Obrador, al menos en lo que lleva al frente del Ejecutivo Federal. En el marco del aniversario del natalicio de Simón Bolívar, libertador sudamericano, el mandatario aprovechó para hablar sobre temas como la situación en Cuba, el papel de la Organización de Estados Americanos (OEA), el intervencionismo histórico que Estados Unidos ha perpetrado en contra de los países latinoamericanos, pero sobre todo tocó un tema fundamental que no pocos mandatarios latinos han tocado y que es, a juicio de quien escribe, la clave para el desarrollo de la región: la integración, coordinación y acercamiento de los países americanos.

Quizás a algunos les incomodó que el Presidente hablara de la necesidad de sustituir a la OEA, organismo que por cierto ha perdido su credibilidad en los últimos años, o de una cuasi integración americana al estilo de la Unión Europea, entidad supranacional que cuenta con promotores, sí, pero también con cuantiosos detractores a nivel mundial. Pero lo realmente trascendente, es el pronunciamiento sobre la necesidad de crear una América, no para los americanos, como diría Monroe en su doctrina, haciendo referencia únicamente a los estadounidenses y su imperialismo a ultranza, sino para todos los integrantes del continente en condiciones de equidad y cooperación. El discurso de AMLO no es novedoso en el fondo, ya que otras figuras han precisado en el pasado la necesidad de replantear la dinámica política y económica del continente, pero me parece interesante en cuanto a la forma en que se concibe esta nueva relación, en donde Estados Unidos no debe ser visto como un enemigo a vencer, con ideas y políticas irreconciliables con los pueblos latinoamericanos, sino como un socio más en nuestro lado del tablero del que necesitamos y que, por supuesto, nos necesita.

Vaya usted a saber, estimado lector, si está perspectiva latinoamericanista que pretende integrar también a nuestros vecinos del norte fue formulada con el visto bueno de Estados Unidos -seguro que más de uno pensará en esa posibilidad- o acaso es realmente un reflejo original de la política exterior de este gobierno, pero las implicaciones geopolíticas que se guardan detrás de estas palabras merecen un estudio profundo. Como ya comentamos, no es la primera vez que en Latinoamérica se plantea la posibilidad de este reacomodo de piezas y de cambiar la estrategia para formar un bloque unido y sincronizado que busque objetivos comunes, pero sí es la primera vez, al menos en medio siglo, que México decide no sólo adoptar este proyecto, sino encabezarlo para regresar a ser el “hermano mayor de América Latina” que fue en el pasado.

Ojalá que las palabras no mueran con el discurso, sino que sean la expresión que antecede a la acción. Cuando menos hasta hoy, antes y durante la pandemia, hemos visto en México una política exterior que apunta hacia la solidaridad y la reciprocidad como principios esenciales para el desarrollo conjunto, en donde la hegemonía de unos pocos dé paso a la cooperación internacional y a la multipolaridad.

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