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Hace unos años, en 2019, varios funcionarios y afines a la llamada 4T se pronunciaban en contra de la Fórmula 1. Alineándose a la prédica presidencial, pocos perdieron la oportunidad de calificar al deporte automovilístico como un espectáculo de “fifís” y acomodados, al que sólo un sector de la población podría asistir. Incluso hace unos días, figuras reconocidas del partido en el poder decían que la Fórmula 1 es una actividad dominada por la pigmentocracia, a la que sólo “la gente blanca” acostumbra a ir. Más allá de que habría qué ver cuáles son los deportes para morenos (me refiero al tono de piel, no al partido que gusta de deportes de otro giro) y no para “gente blanca”, resulta curioso cómo estos mismos funcionarios que otrora embistieron al automovilismo, el pasado domingo asistieron puntuales al Autódromo “Hermanos Rodríguez” para, supuestamente, apoyar al “Checo” Pérez en el Gran Premio de México. Mario Delgado, presidente del partido de la austeridad, olvidó por un momento su animadversión por los lujos de las élites y disfrutó del podio al que subió Pérez en el tercer lugar. Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la capital del país y a quien aparentemente ya están promocionando por toda la República con miras a la elección del 24, no perdió la oportunidad para tapizar el Autódromo con propaganda de su Gobierno. Hasta los llamados “intelectuales” del oficialismo que repudiaron el circuito por ser neoliberal no perdieron la oportunidad de tomarse la selfi en las gradas. Vaya que el Gran Premio de México pasó rápidamente de ser un deporte “fifí” y aspiracionista, a ser una fiesta popular y de austeridad republicana.

Hace unos días, por otro lado, Santiago Nieto, titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, celebró su boda en Antigua, Guatemala. Al evento social fueron invitados personajes cercanos al Gobierno Federal, empresarios y hasta legisladores “de oposición”, como una ex candidata presidencial. De hecho, la ex Secretaria de Turismo de la CdMx, quien tuvo que presentar su renuncia por el hecho, llegó en un avión privado (aparentemente propiedad de un accionista de El Universal) al que revisaron y en el que decomisaron treinta y cinco mil dólares por las autoridades fiscales guatemaltecas.

¿Hay algún problema con que el titular de la UIF se case en Guatemala y que los asistentes utilicen vuelos privados para llegar? Ninguno. De hecho, el transporte privado seguramente fue más rápido y directo que el comercial, por lo que probablemente los funcionarios y personalidades podrían reincorporarse pronto a sus actividades y seguir cumpliendo con su trabajo. De la misma manera, tampoco hay inconveniente alguno con que Mario Delgado y compañía se sienten a tomar una cerveza en el Autódromo mientras apoyan al primer mexicano en subir al podio en casa propia. Nada de malo hay en disfrutar y realizar ciertas actividades: el problema surge con la incongruencia, la doble moral, que tan de moda parece estar en determinadas esferas del poder.

No se puede, por un lado, despreciar desde el púlpito presidencial y partidista determinadas actividades y, por otro, disfrutarlos y hasta usarlos para darse publicidad. Pareciera que la vara o la medida para saber si algo es bueno o malo, depende de si lo hacen quienes ejercen el poder.

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