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En muchas ocasiones, el argumento resulta tan devastador que todo cuanto lo rodea, como las técnicas de filmación, el trabajo histriónico o la fotografía pasan a segundo término. Este es justo el caso de “Olimpia”, la nueva aportación al discurso de los acontecimientos que tuvieron lugar en octubre del 68, dirigida por el cineasta mexicano José Manuel Cravioto.

El filme, que analiza el movimiento estudiantil desde una arista innovadora, no se queda en la tradicional narración de denuncia, que, por sí sola, bastaría para satisfacer a los críticos de tendencias revolucionarias, sino que además le aporta una ‘innovación’ técnica –que ya tiene sus añotes-, como es la rotoscopía, que radica en pintar los fotogramas para que den una sensación de animación.

Este trabajo de animación, a título personal, cansa un poco la vista; sin embargo, puede resultar atractivo para los noveles cinéfilos de recientes generaciones, y por ello, puede permitir al director transmitir su mensaje de manera más efectiva a aquellos que se encuentran ajenos en información y sentimientos del movimiento estudiantil.

Por otro lado, tiene una peculiaridad, que ha sido empleada en diversos filmes y series de televisión y que le dan certidumbre al argumento: se trata de agregarle a la ficción –porque es una cinta de ficción- salpicadas de documental.

Para ello, Cravioto recurre al documento visual más socorrido de la historia sobre el tema, me refiero al documental “El grito” (1968), de Leobardo López Aretche, cuyo guión fue escrito por Oriana Fallaci y que nos lleva de la mano por todo el movimiento estudiantil. A los elementos que usa del filme del CUEC también les imprime animación.

El ritmo que Cravioto le estampa a su filme propicia que se pasen como agua los 85 minutos de proyección. Se trata de una cinta agradable y entretenida, que no deja de lado la crítica social, que se entiende como algo indisociable de este tema, que desemboca en el fatídico 2 de octubre.

El reparto, encabezado por Daniel Mandoki, Nicolasa Ortiz Monasterio y Luis Curie, cumple una labor decorosa. Estamos ante un filme recomendable e ilustrativo que bien pudiera funcionar hasta en clases de historia para contextualizar el movimiento.

Solo le recuerdo que la imaginación se disfruta más en la oscuridad del cine, así que no deje de asistir a su sala favorita. Para dudas, comentarios o sugerencias escríbame al correo electrónico [email protected] o sígame en mis redes sociales “CinematografoCeroCuatro” en Facebook y “Cinematgrafo04” (sin la “ó”) en Twitter.

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