'Historia de un crimen: La búsqueda'
El poder de la pluma
Esta semana quiero hablarle de la miniserie “Historia de un crimen: La búsqueda”, que vio la luz en la plataforma Netflix desde el 12 de junio.
Se trata de la recreación, si me permite el término, de la muerte accidental o asesinato de la pequeña Paulette Gebara Farah, que nos remonta a marzo de 2010, cuando los medios de comunicación comenzaron una telenovela patética, apoyados en una historia compleja, en la que se inmiscuyeron intereses de personajes de alto nivel en la vida política del Estado de México y del periodismo, que se ve denigrado el nivel más precario y deleznable.
La serie nos narra el momento en que la periodista Carolina Tello, interpretada por Regina Blandón y quien en apariencia es una caracterización de Lilly Téllez, consigue alcanzar el clímax de su carrera periodística, al involucrarse en la investigación del caso, conseguir una entrevista y permanecer inmersa en la dinámica del proceso, que termina por transformarle la vida.
En la investigación se encuentran la amiga de la madre de Paulette, Amanda de la Rosa (Diana Bovio), primero como sospechosa y después incidiendo en los hechos, el procurador del Edomex, Alberto Bazbaz (Darío Yazbek), el subprocurador Alfredo Castillo (Adrián Ladrón), Miranda Nava, compadre de Peña Nieto (Memo Villegas) y los padres de la niña, Lizette Farah (Verónica Bravo) y Mauricio Gebara (Daniel Hadaad).
La serie pone sobre la mesa diversos elementos que colocan los reflectores no sólo en Lilly Téllez o Carolina Tello como la llaman en la serie, también en un incompetente procurador, un abusivo subprocurador y un superhéroe llamado Miguel Ángel Mancera (Everardo Arzate), quien en ese momento era procurador de la Ciudad de México y que, según la línea argumental de la serie, saca provecho del caso para conseguir la gubernatura de la CDMX.
En materia de guión, la historia tendría que ser libre de narrar lo que quiera, si no hubiera manejado la leyenda de que está basada en hechos reales, elemento que imprime una gran responsabilidad en lo que está contando.
Técnicamente, sus seis episodios cuentan con muchas inconsistencias, cuando menos desde la perspectiva histriónica. Se dice que la obligación del actor es transformarse en un ente convincente, que transmita sus sentimientos y emociones a los espectadores y es ahí donde comienzan los problemas.
En el caso más notorio por su protagonismo, aunque no es el único, Regina Blandón cumple un papel poco afortunado, dejando ver su falta de pericia en historias serias. En realidad, resulta complejo entender por qué aparece tanto actor de comedia, dejando en ridículo a los personajes que presuntamente recrean, mostrándolos como verdaderos tontos ante la opinión pública, incluso pareciera una telenovela de la llamada Fábrica de sueños.
Desde mi perspectiva, el tema es un detonante de tinte político que ha provocado importantes expectativas sobre la serie, sin embargo, los resultados han demeritado significativamente esta producción, que deja mucho que desear.