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Aveces nos olvidamos de películas que destacaron entre los críticos y especialistas, pero también entre los espectadores frecuentes al cine, sobre todo si son cintas nacionales. Una muestra de esto es “Norteado”, de 2009, ópera prima de Rigoberto Perezcano, la cual obtuvo diversos premios en festivales internacionales. Entre otros reconocimientos, recibió el Premio al Mejor Director en la 50 edición del Festival de Tesalónica, a la Mejor Película en el noveno Festival de Cine de Marrakech, al Mejor Actor en el Festival de Bratislava y por si fuera poco en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián ganó el Premio de la Industria, el de TVE y el de Casa de América, que le significaron apoyos para terminar la postproducción del largometraje y un contrato para su distribución en España.

La cinta narra la historia de Andrés, que, proveniente de Oaxaca, intenta cumplir el sueño americano, pero por diversas circunstancias no puede pasar la frontera y se queda a radicar un tiempo en Tijuana. La cotidianidad de los trabajos en los que se desenvuelve y los personajes con quienes interactúa mantienen al espectador en un letargo que no deja entender, hasta después de una seria reflexión, el nuevo intento que realiza el protagonista para llegar a Estados Unidos, al grado de que sorprende a quienes estamos mirando la pantalla grande.

El debutante nos ofrece una cinta de ficción con un argumento muy sencillo, en la que el enfoque innovador que le imprime nos da una visión renovada del tema de la migración y de la ciudad fronteriza de Tijuana, tantas veces retratada.

“Norteado” se apoya en esta narrativa simple pero muy completa, basada en un guión redondo, que no deja cabos sueltos y en el que los diálogos son breves y muy contundentes; pone al descubierto a personajes muy reales que dejan ver sus esqueléticas y carnales emociones y nos describe un entorno fronterizo rudo y desgastante.

La cinta resulta intensa y explosiva. Por momentos su estética visual muy próxima a los documentales nos evoca a “De nadie” (Tin Dirdamal, México, 2005), aunque, justo es decirlo, tiene su propia identidad.

Una película sumamente recomendable para un público heterogéneo, que no sólo gusta de ver caras bonitas en pantalla.

Sólo le recuerdo que la imaginación se disfruta más en la oscuridad del cine, así que no deje de asistir a su sala favorita. Para dudas, comentarios o sugerencias escríbame al correo electrónico [email protected] o sígame en mis redes sociales “Cinematografo04” en Facebook y Spotify, así como “Cinematgrafo04” (sin la “ó”) en Twitter.

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