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“Todo es imagen”: con esta frase Juan García Ponce inicia su famoso ensayo De la Pintura, antología de ensayos sobre arte y puntura, en el que ofrece una defensa del arte dentro de la historia universal.

Para el pensamiento del escritor yucateco, hombre e imagen surgieron a la par, ante la necesidad de la interpretación y apropiación del mundo, demostrando así nuestra capacidad de concebir a la muerte como parte trascendental de la existencia humana: quien logra apreciar la muerte es capaz de apreciar la vida, y, por lo tanto, comprenderá su presencia en este mundo.

Aquí, el valor de la pintura se magnifica al grado de que acercarse a ella es “una manera de afirmarnos como hombres al tiempo que afirmamos la realidad del mundo y para ello no hay más que ejercer la facultad de mirar (...)”.

A la vez que el escritor yucateco descubrió el valor de la pintura dentro de la historia del hombre, también fomentó la poesía.

A través sus textos, que han sido encasillados como parte de su labor crítica, Juan fue capaz de explorar las entrañas de las propuestas de varios creadores visuales, que para la segunda mitad del siglo XX se manifestaron como una ruptura.

En este sentido, los rupturistas y los textos de García Ponce se complementaron gracias a que el escritor buscaba incesantemente obras que respaldaran su postura sobre el valor propio de la pintura, y fueron precisamente trabajos como los de Lilia Carrillo, Manuel Felguérez, Vicente Rojo y demás nombres los que le ofrecían esta visión universal del arte.

El libro “Nueve pintores mexicanos” no es más que la forma en la que García Ponce asumió sus capacidades humanas a través de la reflexión sobre la pintura, y la escritura de la misma por medio de la poesía.

En los párrafos de dicho libro se puede apreciar una intención creativa que va más allá de la narración y el análisis de las técnicas. Representa la comprensión individual de la obra y por lo tanto la interpretación de varios mundos.

Basado en la labor poética, en aquel tiempo Juan escribió el nuevo impulso de la pintura contemporánea: “El arte ya es el mismo en todos lados y para todos.

Y su comprensión depende en gran parte del conocimiento y el reconocimiento de esta exigencia. De ella sale una nueva forma de belleza que el arte a su vez impone sobre la historia del arte.

Pero para que éste llegue a ser posible debemos buscarlo en la soledad de cada cuadro. De otro modo, el artista y su creación son anulados dentro de las vagas generalizaciones de los juicios colectivos”.

Con esta tesis, García Ponce se lanzó a difundir sus ideas propias sobre los artistas con los que convivió. Al final del día, la labor del pintor y del escritor van encaminadas a una misma idea: sobrevivir más allá de la muerte gracias a la imagen y a la poesía.

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