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“La democracia va a ser un viento que va a barrer, y en medio de la barrida los libros van a entrar como las nuevas balas de un proceso liberador”: esta es una de las frases con las que arranca la Estrategia Nacional de Lectura, una de las apuestas de la famosa Cuarta Transformación y que tiene como portavoz al mismo funcionario que antes de asumir su cargo se volvió mediático por lanzar la burda frase: “Se las metimos doblada”.

Lo anterior parece incongruente, pero quienes conocen algo sobre la trayectoria de Paco Ignacio Taibo II saben que ambos polos lingüísticos suelen convivir en el mismo escritor, y que fue un error calificarlo como “ignorante e iletrado”, tal y como hicieron algunos de sus detractores tras aquel desatinado comentario.

El pasado domingo, el ya gerente editorial del Fondo de Cultura Económica llamó la atención por un discurso pronunciado durante la presentación de este macroprograma, y en el que dejó ver que la lectura tendrá un papel destacado y revitalizador durante esta administración: “Habrá puertas abiertas para que tengan acceso a la lectura millones de mexicanos”, afirmó.

Sin embargo, una de las premisas que más controversia ha generado es la de ofrecer libros a 10 pesos como una estrategia para fomentar la lectura entre los mexicanos.

El diagnóstico de Taibo concluye que uno de los impedimentos por los que los aquí solamente leemos en promedio tres libros al año está relacionado con los elevados precios de las publicaciones y la poca accesibilidad que la mayoría de la población tiene de ellos.

Hay quienes afirman que abaratar los libros no hará que los jóvenes se interesen, y que se trata solamente de una “falsa” estrategia que puede afectar a la industria editorial.

Y sí, la verdad es que el precio de los libros muchas veces no es impedimento para que la gente los disfrute. Quien le tiene cariño a la lectura lo demuestra muchas veces sin pagar centavo alguno, ya sea descargando ediciones de internet, en fotocopias o en las mismas bibliotecas.

En contraparte, aquellos que no tienen la costumbre difícilmente van a leerse una novela de 50 “paginitas”, incluso si ésta fuera regalada, por lo que es claro que ofrecer libros a 10 pesos no sería una solución a la raquítica cifra de lectores en México.

Es necesario destacar que esta estrategia también incluye otros ejes, como el fomentar la habilidad lectora entre los maestros, realizar estrategias de publicación con editoriales y tumbar la barrera que la educación media ha impuesto entre los estudiantes y los libros, según lo dicho por el escritor.

Más allá de los puntos débiles y las réplicas que se le puedan encontrar a este proyecto, resulta interesante que un gobierno le apueste tanto a la lectura para transformar el panorama social.

¡Ojalá y esto trascienda más allá del discurso!

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