El coronavirus no es un castigo
El poder de la pluma
En México estamos a punto de rebasar el medio millón de contagios y las 55 mil muertes, según las cifras del gobierno federal hasta este 13 de agosto. Es decir, en el país muere más del 10 por ciento del total de personas enfermas de Covid, lo que representa un porcentaje elevadísimo en comparación con otros países europeos e incluso de la propia América.
Son las mismas autoridades federales las que indican que estas cifras han sido más elevadas debido al nivel de riesgo que presentan los mexicanos en su salud, ya que diabetes, obesidad, hipertensión, entre otros, son padecimientos presentes en una gran mayoría de la población y representan la posibilidad de que una infección de Sars-CoV2 se agrave.
Otro factor que me parece clave, luego de escuchar y leer varias vivencias del personal de salud que se mantiene al frente de este esfuerzo, es que por momentos los hospitales y las herramientas que se tienen para salvaguardar las vidas han quedado rebasados debido a la cantidad de gente que llega contagiada, además de que resulta lógico que un sistema de salud tan abandonado en las últimas décadas no puede quedar restaurado en meses y así hacerle frente a una pandemia tan mortífera como lo está siendo el coronavirus en estos momentos.
Sin embargo, hay un factor que no puede ser representado a través de estudios cuantitativos y que está siendo determinante para que el número de muertes sea mayor en nuestro país: el miedo.
Desde siglos atrás, la cultura mexicana mantiene una fuerte relación entre los comportamientos sociales y el miedo. Creemos que Dios nos castiga cuando realizamos una mala acción y que las catástrofes naturales afectan a los pueblos que no obedecen las leyes divinas o los preceptos establecidos por la sociedad.
Algo similar está sucediendo con el Covid. Mucha gente que presenta síntomas e incluso tiene signos evidentes de la enfermedad no busca atención médica por miedo a que les confirmen que sí la tienen. En los hospitales, los pacientes llegan ya cuando la enfermedad ha dejado daños difíciles de revertir, lo que complica la labor médica. Incluso, muchos se niegan a recibir atención una vez que se les cataloga como sospechosos de coronavirus.
El miedo es comprensible, puesto que no existe una cura contra la enfermedad y su comportamiento ha sido muy volátil de paciente en paciente, nadie asegura que te vas a curar o no, eso es claro. Sin embargo, la atención médica oportuna puede ser determinante para una buena recuperación.
El coronavirus no es un castigo, no es una represalia divina o de la naturaleza por nuestro comportamiento, no es malo tener esta enfermedad. La discriminación y el miedo que se ha infundido sobre este virus resulta un obstaculo a la hora de salvar vidas. Si tú o alguien de tu familia presenta síntomas o cree estar en riesgo de contagio busquen atención médica. No esperen a ir al hospital cuando todo esté casi perdido.