Erre con erre
El Poder de la pluma
A nosotros, los fumadores, se nos ha destinado al exilio. Nos pueden observar entre tiernas siluetas, haciendo la fotosíntesis del humo, en el traspatio de los restaurantes.
Culpamos a la fisionomía y a la mala evolución de la especie, que nos delata en las salas de cine, con el corazón hecho un tórax, cuando por inercia dejamos escapar la música de un tosido.
Observamos con rigor médico a las ratas muertas, las deformaciones corporales y demás fabulaciones que las marcas cigarreras exhiben en las cajetillas.
Nos cambiamos de casa, de ciudad, de país, buscando el paraíso del Marlboro. No creemos en los códigos postales. Dormimos durante el día arropados por nuestras ojeras.
¿Qué más quieren de nosotros? Nos cuestionamos tratando de encontrar una respuesta, expulsando espasmos de credibilidad, efímeros como bocanadas.
Carraspeamos. Bebemos agua. Tosemos. Fumamos. Leemos libros de autoayuda durante nuestra hora de la comida y no escatimamos en convertir a nuestro bando los pulmones del prójimo. Los compañeros redimidos nos señalan con el dedo. Estamos en el escalón más bajo de la cadena alimenticia.
Supongo que somos malas personas. Trashumantes. Pseudohumanos.
Criaturas de la noche anexadas al vicio. Lectores de Onetti. Espectadores de películas clasificación Erre. Irremediables irresponsables irredentos.
“Te fumaré hasta que esté muriendo”, dice el verso más sincero y arriesgado de la Oda al Viceroy, una canción del canadiense Mac Demarco que, hasta ahora, forma parte de una lista imprescindible de música que resguardo en la aplicación del celular.
A veces la escucho y la imito, de mala manera, con un cigarrillo entre los labios, mirando las formas que cobra el humo cuando realiza ese baile extraño alrededor del aire.
A veces la tarareo -con un mal sentido de la cadencia- mientras se disipa el vapor del humo en la regadera y llega el olor de la ceniza.
Lo cierto es que siempre estoy fumando. Creo que lo he hecho desde antes de conocer, por ejemplo, la música de Mac. He fumado antes incluso de escribir esta columna.