Memoria de Oxkutzcab, siglo XX (I)
Joed Amílcar Peña Alcocer: Memoria de Oxkutzcab, siglo XX (I)
El estudio del pasado rural de las que hoy se ostentan como villas, sin ocultar sus aspiraciones citadinas, es uno de los asuntos históricos más interesantes y entretenidos de investigar. Desde hace unos años es algo frecuente el uso de los conceptos “rurbalidad” o “nueva ruralidad” para referirse a las poblaciones que se encuentran en un proceso de transición a la vida urbana caracterizado por no abandonar las prácticas propias de la vida rural.
Oxkutzcab tiene un alto número de migrantes que contribuyen a la economía local a través del envío de dólares, algunas cadenas de supermercados y tiendas departamentales han establecido sucursales, pero continúan las compras en el gran mercado municipal, hay marchantes que de casa en casa ofrecen sus productos, el maya es aún la forma ideal de comunicarse en los contextos cotidianos, los usos del lenguaje recuerdan mucho al habla de los otros pueblos de Yucatán. Oxkutzcab vive una intensa rurbalidad, aunque cada día se aleja más de la llamada vida de pueblo.
El señor Francisco Parra desde la sala de su casa rememoró para mi algunos de los pasajes de lo que fue la vida a principios del siglo XX en esa población sureña, tanto para él como para sus padres. Apunto ahora solo algunas de sus observaciones complementadas con algún dato obtenido de los archivos o hemerotecas del Estado.
Sin duda alguna el viaje en tren para llegar a la ciudad de Mérida fue una de las más gratas experiencias que se podían vivir en las primeras décadas del siglo XX, el verde paisaje del monte y su exuberante follaje impresionaron a los más pequeños, los adultos lo veían como el espacio que en un futuro no lejano ocuparían más vías de tren, campos de cultivo e industria. Las incomodidades del desplazamiento fueron los asientos y el complicado horario de abordaje. El traslado tardaba de 2 horas y media a 3, a las 5 de la mañana se abordaba el tren con destino a la capital, pasado el medio día la locomotora regresaba sobre sus rieles. A quien se quedarse dormido o se entretuviera en la ciudad se le iba el tren. El boleto era barato, no costaban siquiera 5 pesos.
Trenes, caballos y yeguas fueron los tres medios de trasporte para llegar a Mérida. Santiago Pacho controlaba el trasporte en equinos, aún recuerda el servicio que prestaba con sus arrias para llevar a la capital a los vecinos que desconfiaban del tren. Ese y otros negocios le fueron redituables, amasó una pequeña fortuna de la que presumía constantemente, cuentan que después de eructar siempre decía “esto es para los pobres”. El destino, la suerte o algo superior le cobró la presunción, murió en la pobreza. Pacho fue un hombre prominente en su comunidad mientras el dinero le alcanzó, en 1921 fue considerado dentro de la terna de posibles “Jurados” para el Ayuntamiento de Oxkutzcab. Ese mismo año figuró en la terna para “Jurado suplente” el señor Francisco Parra Becerra, futuro presidente de la comunidad. (Continuará).