La iglesia de tres torres en Yaxcabá (III)
Joed Amílcar Peña Alcocer: La iglesia de tres torres en Yaxcabá (III)
Durante la primera mitad del siglo XIX el desarrollo agrícola de Yaxcabá permitió vislumbrar un panorama de prosperidad, no en vano varios periodistas e historiadores la consideraban una “envidiable población”. La situación de esta comunidad, así como de todas las del Oriente yucateco, cambió drásticamente en la década de 1840.
Las disputas políticas entre centralistas y federalistas dieron paso a uno de los episodios más famosos de nuestra historia: la separación de Yucatán de México. Durante este conflicto se brindó formación militar a numerosos mayas que, años más tarde, pondrían en jaque a las autoridades criollas de la región en la Guerra Social, más conocida como Guerra de Castas.
Este conflicto armado barrió con poblaciones que sustentaron su desarrollo en la explotación de la mano de obra indígena, ese fue el caso de Yaxcabá. Se tiene registro que desde la década de 1820 aumentó el despojo de tierras cuya propiedad era de comunidades mayas, el palacio municipal se construyó en una de ellas. Durante una visita a esta comunidad en 1893, el destacado intelectual Rodolfo Menéndez de la Peña describió lo que podía verse en su plaza:
“Desde las orillas Este y Sur de la plaza comienza verdaderamente el desierto, el campo enemigo, y las cuarenta o cincuenta familias que heroicamente residen en aquel punto avanzado, viven agrupadas en dos calles al Oeste. El elegante templo de tres torres, acaso el único en la Península, regularmente conservado, está convertido en cuartel federal, con sus garitas, trincheras y claraboyas, y ocupado por cuarenta soldados de línea, al mando de un teniente”.
Durante su visita elogió el arte sacro que aún se conservaba, “admirables vestigios de su rica y magnífica ornamentación”, posiblemente se refería al retablo. Muchos de los bienes de esta parroquia se perdieron durante los días más cruentos de la Guerra Social. En 1857 el obispo José María Guerra avisó al gobernador que dispuso que las joyas de la iglesia de Oxkutzcab fueran llevadas a la Catedral en Mérida, para que no tuvieran el mismo destino de aquellas que estuvieron en Yaxcabá y se perdieron en las reiteradas desgracias que ahí ocurrían.
La iglesia era un cuartel militar, las torres fueron usadas como puntos de vigilancia y el atrio fue modificado agregando garitas en las dos esquinas que miraban a la plaza central. Hasta antes de su restauración (año 2000) se podían observar marcas de bala en sus muros. Tras todas estas peripecias los viajeros que pasaron por Yaxcabá solo podían decir que “fue sin duda una población rica y populosa. Así lo pregonan su soberbio templo y el numeroso caserío de mampostería que aún corona con sus escombros, sin interrupción, su extensa plaza y enseña todavía sus vestigios bajo los bosques que ahora cubren su dilatado recinto”. Los escombros y los bosques se retiraron de Yaxcabá durante el siglo XX.
Referencia
Las citas textuales provienen de la crónica publicada por Rodolfo Menéndez de la Peña en La Sombra de Cepeda de mayo de 1893.