Rememorar la Reforma Protestante (y III)

Joed Amílcar Peña Alcocer: Rememorar la Reforma Protestante (y III)

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A pesar del vendaval en su contra, en un inicio, Martín Lutero se consideró católico. Sus 95 tesis dejan entrever la alta estima en la que tenía a la doctrina católica y al Papa, a quien consideraba “un beneficio del Espíritu Santo”. La radicalización de la teología luterana se dio a través de los debates con Eck, quien paradójicamente tenía como misión traerlo nuevamente al redil. Pensar que Lutero imaginó la Reforma desde el primer momento es equivocado, se trató de un proceso construido a través de sus reflexiones sobre diversos pasajes bíblicos.

La lectura de las cartas paulinas convenció a Lutero de reconsiderar el papel de las obras, las indulgencias y las penitencias en la salvación del hombre. Concluyó que todo intento humano de procurar la salvación es inútil, porque esta depende de la voluntad divina.

Se trataba de un nuevo pensamiento doctrinal y teológico que amenazó el monopolio sobre el discurso de la salvación y le restituyó su carácter divino, ya un tanto secularizado o mundanalizado a través de la venta de indulgencias.

Los debates, las reflexiones teológicas y académicas de Lutero moldearon paulatinamente el pensamiento Reformado Protestante, hasta el punto de llegar a la concreción de cinco máximas como bases esenciales de una nueva doctrina.

Estas sentencias llamadas las “cinco solas” son: solo la escritura, solo la fe, solo la gracia, solo Cristo y solo a Dios la gloria. Breves pero certeras, las cinco solas cuestionaban el uso de otros textos (bulas, encíclicas o documentos de concilios) como medios de expresión de la voluntad de Dios, declaraban la incapacidad del hombre para contribuir a la salvación (crítica las indulgencias), afirmaban que el único mediador para la salvación y bien del hombre es Cristo (negaban la utilidad de la veneración a los santos) y enfatizaban que el único sujeto de culto era Dios mismo (critica al culto a la virgen en sus diversas advocaciones). Una nueva doctrina para una Europa cada vez más moderna.

Este proceso de transformación religiosa tiene grandes implicaciones en el cambio de estructuras mentales, de las tradiciones y de los importantes procesos sociales económicos y políticos a partir del siglo XVI.

Lutero marcó el rumbo del mundo cristiano, al mismo tiempo que abrió las puertas de la modernidad a Europa. Los alcances políticos de su movimiento marcaron la pauta para normar las relaciones entre los principados alemanes, esto fue el germen y antecedente de varias nociones de las relaciones internacionales actuales, la ética protestante influyó en los procesos económicos de su tiempo, creando ideas comerciales más diversas y que replantearon los modelos tradicionales de circulación y acumulación de la riqueza.

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