¿A quién llevamos adentro?

Jorge I. Castillo Canché: ¿A quién llevamos adentro?

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¿Te has topado en la vida, o sabes de alguien cuyo comportamiento en un momento dado puede ser muy distinto de cómo es en el trabajo, con los amigos o la familia? Dejo por un momento los problemas del mundo y el país, para reflexionar sobre esta interrogante que puede llevar a lo más profundo del propio ser. Hablemos de quien bajo los efectos de alguna sustancia enervante (alcohol, por ejemplo) se transforma totalmente. Nunca baila y, sin embargo, pretende ser bajo esa circunstancia el o la mejor, es una persona callada y en la reunión no deja de hablar a pesar de su desconocimiento de lo que se trata. Rara vez se puede encontrar o sacar una sonrisa a ese rostro duro en la casa o el trabajo y no para de reír con algunas bebidas.

Aquí otro caso; es la persona más cuidadosa cuando maneja, respeta los límites de velocidad, no hace caso de los insultos que le profieren por ir despacio en la vía pública. Se preocupa de la seguridad de quienes forman parte de la familia y da consejos cuando toman un transporte público o manejan su propio vehículo; solicita saber dónde se encuentra cada uno cuando salen de casa sólo para la tranquilidad general, cuida y organiza bien la economía familiar para evitar los sobresaltos y las preocupaciones que generan las deudas. Su responsabilidad laboral lo lleva a trabajar más allá de las horas y los días hábiles con tal de sacar los pendientes, aunque a menudo usando el tiempo familiar.

Ese mismo ser humano, por increíble que parezca, se convierte ese día infausto en el más despilfarrador que sólo lo detiene el que no haya de donde obtener más dinero, nunca o raramente contesta el teléfono cuando lo llaman y termina apagándolo, sin saber, o a pesar de ello, que ha dejado en la mayor incertidumbre a sus seres amados. Si tiene auto se ha olvidado del temor a la velocidad y de las terribles consecuencias que ello pueda producir y, si no tiene, de los peligros a los que se expone caminando en la vía pública y al tomar un transporte colectivo. No lo frena un compromiso familiar o que al otro día tiene que presentarse al trabajo o que debía adelantar algún pendiente.

Pero también está quien en sobriedad física puede presentar conductas y actitudes que pueden estar afectando su vida familiar, laboral o sus relaciones afectivas. Por ejemplo, cuando no se da importancia a informar en casa a dónde va uno con el argumento de que ya se es adulto y autónomo, no asumir los compromisos escolares o laborales a tiempo y tener momentos de violencia verbal (o lo peor, física) con quienes forman su entorno social más cercano. O de quien tiene muy claro y defiende a capa y espada sus derechos individuales, lo que está excelente, pero pierde de vista o no quiere ver que también tiene obligaciones por cumplir.

Estimado o estimada lectora, cierro volviendo a preguntar: ¿Sabes o conoces de alguien así? 

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