La casa de palma y bajareque es considerada como la vivienda popular de una época, pero también se le conoce como modelo de la arquitectura vernácula. Esta arquitectura se considera como una edificación que forma parte de una tradición local de Yucatán y que da respuesta a una necesidad de hábitat.

Sin embargo, la casa de palma y bajareque tiene su origen en la época prehispánica, pues al respecto se han recuperado evidencias de este tipo de vivienda desde 500 aC y hasta en la época postclásica, entre el 1000 y 1200 dC; en los frescos de Chichén Itzá se pueden ver representaciones de esta casa.

En el sistema constructivo y en el diseño de la casa de palma y bajareque se representa la cosmogonía maya: las cuatro esquinas del universo, la tierra, el supramundo, el lugar de los dioses, el de los vivos y el inframundo.

Además del valor cosmogónico, en el diseño de esta habitación familiar también se encuentra un valor anatómico, como la morada que tiene vida en tanto está habitada. Estas son algunas de las razones por las que la casa de palma y bajareque existe desde cinco siglos antes de Cristo y persiste hasta nuestros días.

Podemos decir, sin lugar a dudas, que esta arquitectura tiene un valor arqueológico, histórico y artístico. Posee aspectos esenciales como lo documental, lo arquitectónico y lo significativo.

La casa en sí conserva una memoria histórica y es testimonio claro de la cultura del pasado, de tal modo que transmite información histórica y cultural a la colectividad y mediante el análisis de su materialidad aporta datos sobre su arquitectura, el arte, la construcción y la técnica del pasado y la historia misma de las colectividades.

Asimismo, nos aporta aspectos sobre el sistema constructivo, hábitos residenciales, aspectos sociales y de la historia del lugar o región. En síntesis, la casa maya contiene todos los aspectos que permiten definirla como un monumento.

Sin embargo, hoy en día nadie se ha tomado la molestia de proteger o establecer normas para la conservación de estos monumentos. Día tras día, en las comunidades rurales, de manera rápida se están destruyendo casas de palma y bajareque con más de cien años de antigüedad, dando lugar a viviendas construidas con materiales modernos.

Los ancianos de las comunidades mayas de Yucatán lamentan con tristeza cómo los jóvenes desmantelan casas que fueron de sus abuelos, lo que demuestra una pérdida total de valores y un desconocimiento de lo que fue la arquitectura primigenia de la cultura urbanística maya prehispánica. Esta falta de valoración y protección acelera la desaparición de nuestras raíces.