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Hoy la Carta Mexicana del Paisaje define el paisaje como un bien de interés público que, al integrar el ambiente natural y las manifestaciones humanas, sociales y culturales, constituye en un factor de calidad de vida, fuente de armonía y placer estético.

Sin embargo, Amaya Larrucea señala que paisaje se debe entender como una construcción cultural, una serie de ideas, sensaciones y sentimientos que surgen de la contemplación sensible del lugar. Estas definiciones eran claras desde los años setenta para Víctor Segovia, ya que unos años después que el huracán Carmen que impactó Chetumal, inició sus exploraciones en el sitio arqueológico de Kohunlich, lugar donde inició con la integración de la flora a los monumentos; la primera idea genial fue reutilizar aquellos grandes árboles derribados por el huracán Carmen, que plantó con las raíces hacia arriba justo en la entrada del sitio.

La excelente exploración y restauración del núcleo principal de Kohunlich la armonizó con la flora endémica replantando plantas con flores de buen colorido asociados a los monumentos. Esta nueva visión proporcionaba armonía y placer estético al sitio y para los visitantes. Víctor se convirtió en crítico de la vieja práctica que consistía en desmontar el entorno de los monumentos antes de iniciar la exploración de los mismos. También recibió mucha crítica por esta nueva visión; incluso, de manera despectiva, lo llamaron jardinero y que los monumentos no eran maceteros.

A pesar de las innumerables críticas, Víctor Segovia continuó con la labor de conservar la flora en los sitos arqueológicos, de tal manera que, hoy, los visitantes que acuden a las zonas arqueológicas de Kohunlich y Tulum, en Quintana Roo, pueden disfrutar de esta transformación. Posteriormente, Víctor se regresó a Yucatán, donde aplicó este mismo enfoque en Dzibilchaltún y posteriormente en Uxmal. Esa vegetación que nos resguarda del sol durante la visita también genera ventanas donde armoniza con los monumentos, con un fondo de cielo totalmente azul o combinando con nubes de forma caprichosa.

Los impresionantes contrastes visuales desde cualquier ángulo de Uxmal nos permiten el disfrute, tanto en la época con un rico follaje verde, como durante las secas, cuando los árboles sin hojas desnudan los monumentos en su totalidad; o con las de increíbles vistas generadas con la lluvia, la neblina o rojos atardeceres. Gracias, Víctor, por esta herencia.

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