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Un “vicio social” que predomina es la tendencia a criticar por sistema todo lo que los demás realizan. Se dice que te critican por lo que haces y también por lo que no haces, pero finalmente lo hacen por todo.

Los individuos deberíamos criticar menos a los demás y ocuparnos más de nuestras cosas. En lugar de estar escudriñando a otros deberíamos atender lo de nosotros, nuestras virtudes y defectos. 

El interlocutor no nos hace caso, en el sentido de ser atendidos, sino lo único que realiza es alabarnos o censurarnos. Entre estas dos alternativas se pronuncia.

Bien lo sentencia Eleanor Roosevelt: “Haz lo que sientas correcto en tu corazón, porque serás criticado de cualquier manera. Serás maldecido si lo haces y también si no lo haces”.

Quienes se la pasan criticando deberían tener una actitud de solidaridad, de tal forma que, si durante ese ejercicio crítico se percatan de que la persona necesita ayuda, pues entonces habría que brindarla.

Sabedor de esa posible actitud, Abraham Lincoln sostiene: “Quien tiene el derecho de criticar debe tener el corazón para ayudar”.
Vivimos en una sociedad pendiente de los demás.

Las redes sociales y los diversos medios de comunicación han hecho una sociedad de consumo más interdependiente. El homo videns que plantea Sartori ha evolucionado a ser un hiper homo videns más complejo y tecnológico.

Esto influye en la sociedad, pone un elemento más al subjetivismo y relativismo de la posmodernidad, el elemento de la codependencia tecnológica. Es decir, hoy día es casi imposible vivir sin la tecnología del ciberespacio.

Quienes se aíslen de esta condición serán una especie de analfabetas funcionales del siglo XXI.
No debemos descontextualizar a los autores. Karl Marx vivió hace tres siglos y ni la sociedad era la misma ni la tecnología se había desarrollado como hoy.

Para Marx las sociedades modernas condicionan la naturaleza humana bajo la premisa de la base económica; es decir, la base sobre la cual ponen sus cimientos las sociedades es la económica; por tanto, el hombre solo puede materializarse justamente en una sociedad libre y racional, pero como esto es imposible entonces impera la sinrazón.

En las sociedades de consumo el hombre-trabajador no es más que un elemento por medio del cual el patrón logra la acumulación de capital. A mayor explotación de mano de obra, mayor utilidad para el patrón.

Según Marx, lo que el hombre tiene que hacer para avanzar en la transformación de la sociedad es comprender la materialidad de las relaciones humanas, sean éstas propiamente sociales o económicas.

Los seres humanos nos desarrollamos con nuestras condiciones tecnológicas y económicas. Somos producto de nuestras condiciones de vida.
Estoy seguro que si viviera Marx ya hubiese modificado sus tesis ortodoxas, era un tipo muy inteligente.

Hoy día ninguna economía funciona sin tener cerca al mercado. Menor gobierno es mejor gobierno, sostiene una tesis neoliberal. Ojalá así sea.

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