Seguro es demagogia
El poder de la pluma
Solo los gobernantes pueden mentir, con el fin de engañar a los enemigos o a los ciudadanos en beneficio del Estado.- Platón
La justificación para supuestos propósitos loables de interés general y beneficioso erga omnes (frente a todos), siempre ha figurado. Los ejemplos son varios, nuestra Constitución Política federal en vigor prohíbe los monopolios excepto los del Estado. (Artículo 28). Es un no, pero sí. También hay el sí, pero no.
El fin como justificación de los medios y la mentira piadosa han sido utilizados por muchos en distintas épocas de la humanidad. Desde tiempos inmemorables se han usado para realizar acciones con propósitos “positivos” o en beneficio de ciertas personas. Han servido también de pretexto para revestir ciertos actos deshonestos con ropaje de justicia, mínimamente con bondad y buenos propósitos.
La historia política de México está plagada de “el fin justifica los medios”. Se ha llegado a asesinar por “el bien de la patria”. Álvaro Obregón sostenía: “Mientras más matas más gobiernas”. Finalmente, este político también acabó asesinado. “El que a hierro mata, a hierro muere”.
Nicolás Maquiavelo plantea esta justificación: “Y en las acciones de los hombres, y particularmente de los príncipes, donde no hay apelación posible, se atiende a los resultados. Trate, pues, un príncipe de vencer y conservar el Estado, que los medios siempre serán honorables y loados por todos; porque el vulgo se deja engañar por apariencias y por el éxito”. Irónico, pero realista.
Una realidad cruel, desde lego, pero al fin y al cabo realidad.
En ocasiones, propósitos loables han servido para justificar los medios con que se realizan. Los intereses superiores del Estado son un tema que se ha manejado desde siempre. Desde matanzas hasta guerras civiles se han realizado con el pretexto de los intereses superiores. Nos queda claro que el interés general debe estar por encima de los intereses particulares.
Aunque hay prestigiosos abogados norteamericanos que sostengan lo contrario. Ronald Dworkin dice que los derechos en serio son los que el hombre en lo individual le logra ganar a la colectividad o al Estado.
¿Pueden disociarse los beneficios del Estado de los del pueblo? Es la justificación de lo inmoral en aras de salvaguardar los “intereses supremos del pueblo”.
La propia palabra pueblo aguanta todo. No obstante esto, es un término utilizado en forma diluida, difusa, poco precisa. Significa todo, pero a la vez nada. No se materializa en nada. Es una idea vaga.
Si suena a demagogia, se parece a demagogia, se utiliza como demagogia, seguro es demagogia.