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Alguna vez, en la conversación, el sonido de la propia voz nos causa molestia y nos lleva a afirmaciones que no están del todo conformes con lo que opinamos.- Nietzsche

Desde antes del inicio de su mandato se ha criticado a AMLO por su acento y su forma pausada de expresarse. Todos los presidentes han tenido su estilo y tonos de voz que han caracterizado a sus respectivas administraciones públicas. Desde la voz suave de Salinas de Gortari hasta el folklórico Vicente Fox, pasando desde luego por Zedillo, Calderón y Peña Nieto.

Particularmente a AMLO, al ser un presidente mediático, se le critica aún más, sobre todo por sus conferencias mañaneras. Un problema serio al que comúnmente nos enfrentamos es la discordancia entre lo que pensamos, decimos y hacemos. Parece lógico que siempre decimos lo que pensamos; que existe armonía entre nuestros pensamientos y la representación oral de ellos. Empero, esto no siempre es así.

El tono en que se dicen las palabras puede generar no solo discordancia con el interlocutor sino también desincronización con nosotros mismos. Hay gente que necesita modular el tono. Ya sea por el acento, por usar palabras duras, incluso inadecuadas, pueden no solo generar malas interpretaciones, sino confusión en ellas mismas.

Gustave Le Bon, psicólogo social y escritor francés, sostenía precisamente: “La mayor parte de nuestras opiniones son creadas por las palabras y las fórmulas, mucho más que por la razón”. La forma y el tono de la voz muchas veces se convierten en el principal obstáculo para un buen entendimiento.

La voz puede definir a veces la forma de ser de las personas. Si el tono es bajo, alto, o si suena soberbia o altanera. Hay incluso gente que ha revelado que se siente atraída por otras personas solo por su color o la textura de su voz. No obstante esto, también ocurre lo contrario. Se oye una voz y se imagina que es de una persona con ciertas características y resulta lo contrario. Solemos imaginarnos prejuiciosamente voz con imágenes predeterminadas de individuos. Esto ocurre generalmente al escuchar la radio.

Parte de esa posibilidad de generar buena sintonía con el interlocutor descansa en producir lo que se conoce como empatía, de raíz griega que significa emocionado, o sea la capacidad cognitiva de percibir, en un contexto común, lo que otro ser puede sentir. También es descrita como un sentimiento de participación afectiva de una persona en la realidad que afecta a otra. ¿Cuántos problemas se hubiesen evitado si la modulación de la voz hubiese sido la adecuada?

No nos debería importar si el presidente AMLO se expresa de tal o cual forma, lo importante es que saque al país adelante; no lo queremos para locutor, lo queremos para componer este país, hecho un caos de todo tipo. Que hable como quiera o como pueda. Que haya congruencia entre lo que dice y lo que hace. Así de simple.

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