La mayoría no siempre tiene la razón

José Luis Ripoll Gómez: La mayoría no siempre tiene la razón

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“ Vox populi vox Dei” sostiene una frase, cuyo autor es desconocido. No siempre la voz del pueblo es la de Dios. Este seguro se horroriza de lo que se dice en su nombre. En ocasiones, la mayoría se deja llevar por sentimientos sociales, por influencers en redes o en canales de comunicación masiva, al igual que por convencionalismos que responden más a modas y comportamientos genéricos que por la razón.

Acuérdese estimado lector que en el mito de la caverna platónico, la mayoría estaba feliz en el fondo, en su estado de confort, hasta que un “irreverente” salió a conocer lo que había en la cima de esa cueva y descubrió que las formas eran más perfectas y acabadas que las sombras que siempre veían en el fondo. La mayoría no siempre tiene la razón.

Hace casi tres siglos Immanuel Kant sostenía: “Las cosas no son en sí, sino en mí”. Se refería a que cada sujeto es responsable de lo que interpreta. Lo que las personas ven, lo que cada quien le da un valor, una interpretación no objetiva sino subjetiva. Un mismo cuadro visto desde ángulos diferentes, visiones distintas. El fin de la modernidad en el pensamiento y el comienzo del posmoderno.

Dos siglos más tarde ese argumento kantiano se convierte en uno de los sustentos del pensamiento posmoderno. Como característica filosófica la posmodernidad encarna la sin razón. La razón no siempre es un tema de mayorías.

Friedrich Nietzsche después le va a dar argumento interpretativo a lo que percibe en su época (siglo XIX). “La verdad es la mentira más eficiente”, diría. Años más tarde ese relativismo se constituía en uno de los elementos básicos del pensamiento posmoderno.

Se conoce también que el filósofo español contemporáneo Miguel de Unamuno y Jugo se enfrentó a una élite de poder en España y en un discurso universitario lo desafió: “Podrán vencer, pero no convencer. Vencer porque tienen sobrada fuerza bruta, pero no convencer, porque esto significa persuadir. Y para persuadir les falta algo necesitan algo, que les falta la razón y el derecho”.

Ahora se toman decisiones por voluntades de mayorías y no por cuestiones de argumentos lógicas y razonables. Por ejemplo, en una sala de 3 deciden 2. Ahora se nombran mujeres a cargos solo por ser requisito legal para ello. Se privilegia la condición de mujer, cuando debería ser la capacidad del ser humano la que determinara y no una condición biológica. Aunque comprendo también que es por equidad de género.

Vivimos épocas donde ser mayoría da ventajas para tomar decisiones aceptadas por sociedades dominantes, aunque los argumentos poco importen. Hoy vivimos sociedades líquidas, “lights,” todo da la impresión de ser desechable. Es el relato lo que impera. Nos olvidamos de dialogar y llegar a consensos.

Hoy cada quien esgrime tener razón en la percepción de la realidad. Como dice las notas del cambalache de Enriques Santos Discépolo: “Todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor, no hay aplazaos ni escalafón,los inmorales nos han iguala’o”.

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