Si llueve, ¿he?, si llueve
José Luis Ripoll Gómez: Si llueve, ¿he?, si llueve
Cuando el gallo canta en la madrugada… pue’ que
llueva mucho, que llueva poco o que no llueva nada
Filósofo de Güémez
Platón sostuvo que para desaparecer las miserias de los estados era menester que los filósofos gobernaran o que los gobernantes se convirtieran en filósofos. Después de muchos siglos podemos afirmar que ni lo uno ni lo otro.
Ni gobernantes filósofos, ni filósofos gobernantes. Al político no le interesa la sabiduría, si acaso el arte de gobernar, con la misma lógica planteada por Maquiavelo en El Príncipe, solo para acceder y mantener el poder. Tampoco el filósofo se muestra interesado en el poder. Han sido pocas las personas que desde la filosofía han llegado al poder, quizá el último sea el ex presidente de Uruguay, José Mujica Cordano, una personalidad de la izquierda del siglo XX.
Es importante destacar que el Estado-comunidad (polis) de Grecia, era muy distinto al Estado como lo conocemos hoy día. No obstante, el fenómeno del poder del gobernante sigue siendo el mismo. Aristóteles de Estagira nunca imaginó el tema de los derechos humanos. En la Grecia de Platón y Aristóteles sólo participaban catorce por ciento de las personas de la polis. Eran excluidos esclavos, niños, mujeres y extranjeros, entre otros.
En nuestro país han sido pocas las personas que, además de ser filósofos o intelectuales, han ostentado algún cargo público de primer nivel. Por lo menos en el México contemporáneo y, hasta el día de hoy, ningún Presidente ha sido filósofo. Sólo hemos tenido algún Secretario de Educación o de otra dependencia que, además de ser intelectual, ha entrado en funciones dentro la administración pública, don Jaime Torres Bodet, José Vasconcelos y Justo Sierra Méndez, también personajes como nuestro Premio Nobel de Literatura Octavio Irineo Paz Lozano, quien tuvo responsabilidades públicas importantes en el servicio exterior mexicano en varios países, al igual que el escritor Carlos Fuentes como embajador. Sólo por poner algunos ejemplos.
En diversas naciones hemos observado experimentos sociales muy desafortunados, cómicos, deportistas, cantantes, actores, en general gente famosa que ya una vez en el poder lo ejercen sin ninguna idea política clara y terminan sus mandatos con números negativos. La democracia tiene sus asegunes. Es un sistema de conflictos permanentes. Tampoco los tecnócratas han sido muy eficientes en el ejercicio del poder. Hemos visto casos de gente con mucha preparación que sus gobiernos han terminado en desastres. No obstante, se esperaría que por “lógica” dieran mejores resultados que los famosos.
El político mexicano tradicional, a punto de la extinción, es chispeante, irónico, cínico, descarado, inteligente, y por momentos raya en el absurdo, desde el clásico: “político pobre, pobre político” pasando por “un error vivir fuera del presupuesto” o “el que se mueve, no sale en la foto”. Los relatos chuscos relacionados con la clase política son interminables. Se cuenta que emocionado por recibir su nombramiento como secretario de Agricultura y Ganadería, el fornido y contumaz Eduardo Pesqueira Olea le dijo al entonces presidente Miguel de la Madrid Hurtado: “Seré el mejor secretario de agricultura y ganadería en la historia de este país”, ya en la puerta se detuvo y añadió, “si llueve, ¿he?, si llueve”.