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Cada uno de nosotros es una luna, tiene un lado oscuro que no muestra nunca a nadie.- Mark Twain, escritor

Al revisar motivaciones y sentimientos, encontramos aspectos de nuestra personalidad que escapan a nuestro conocimiento. Zonas misteriosas, temidas con frecuencia y siempre mantenidas a distancia y que forman parte del inconsciente. Son aspectos de nuestra personalidad que hemos negado, pasado por alto o despreciado.

Para C.G. Jung estas represiones forman la “sombra” que guarda aspectos negativos, pasiones sexuales y agresiones, egoísmo, sed de poder, pensamientos crueles, narcicismo; en fin, deseos y sentimientos inconfesables que nos avergüenzan. Ejemplo: hombres que rechazan su capacidad de ternura, por considerarla inapropiada a su condición masculina; mujeres que niegan su propio coraje para afrontar situaciones amenazantes e indignas por miedo a perder su identidad femenina. También se encuentran aspectos positivos como dones, cualidades, potencialidades que no queremos reconocer y aceptar como propios. Ésta es la “sombra blanca”.

“La sombra” se forma en el inconsciente al no aceptar los elementos opuestos a la “imagen ideal” que hacemos de nosotros mismos. La educación es un factor muy relevante, ya que cada familia tiende a aceptar o excluir la expresión de ciertas emociones y sentimientos. Las hay donde está permitido mostrar miedo, poca resistencia a la frustración, debilidad y para nada fortaleza, autonomía, salud; en otras está bien ser “libre”, fuerte y así se vive porque el no seguir tales maneras trae castigo y rechazo. Los resultados de estos moldes educativos, según el caso, hacen personas incapaces de afrontar con energía y responsabilidad los retos de la vida; en otras, dureza e insensibilidad o creerse víctimas, culpar a otros, a la vida, de sus desgracias.

Si quieres conocer “la sombra” tienes que examinar “la imagen” de tí mism@, que es el “yo social” resultado de seguir normas sociales, morales y educativas del propio ambiente o de los roles que cada quien desempeña (ejemplo: padres, abogado, sacerdote…, etc.). Construirse un “yo social” sano y sólido debe ser una tarea irrenunciable e insustituible de cada quién para acercarse conscientemente al “yo ideal”.

Todos tenemos una “sombra” donde se guarda todo lo que no nos gusta de nosotros. Construimos nuestra persona con el aspecto aceptable, reprimiendo el inaceptable. La “persona” puede convertirse en una máscara que cubre parte de sí y trae consecuencias muy desagradables. Las más comunes son: “Soy perfect@”, “Invulnerable”, “Super amable” y “Fuerte”.

Aunque nos cueste reconocer la “sombra”, es parte de nuestra personalidad. Al aceptarla, podemos hacer pactos y/o negociaciones con ella, recuperarla y utilizarla en toda su capacidad enriquecedora que sí la tiene.

¡Ánimo!, hay que aprender a vivir.

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