Decir adiós y gracias es una bendición

Josefina Centeno de R. Valenzuela: Decir adiós y gracias es una bendición

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¿Volverán las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar, y otra vez con el ala a sus cristales jugando llamarán. Pero aquellas que el vuelo refrenaban tu hermosura y mi dicha a contemplar, aquellas que aprendieron nuestros nombres… ¡Esas… no volverán! Bécquer

Dice un cantar español: “nunca me digas adiós que es una palabra triste. Corazones que se quieren nunca deben despedirse”; pero ¿por qué adiós es una palabra triste? Quizá sea porque la decimos todos los días como un gesto mecánico, no reparamos en su significado y cuando lo hacemos suele ser en ocasión de una separación inevitable, como la que describe la canción. Sin embargo, si separamos las palabras que forman adiós, tenemos una bendición con la que expresamos el deseo de que la persona a la que se la dirigimos esté más cerca de Dios, que goce de su abrigo hasta que volvamos a reunirnos. Así quiero decir este adiós, no con tristeza, sino con agradecimiento a todas las personas que leyeron alguna vez mis escritos siempre hechos con cariño, buena intención y respeto, con el único fin de compartir mis reflexiones a quien fuera que necesitara una voz amiga.

En este mundo hay una ley inexorable: todo lo que empieza termina. Y ha llegado para mí la hora de despedirme, aunque no es fácil, pues marca el fin de una etapa que me ha llenado de alegría por muchos años. No es fácil dejar esta columna, pero no lo hago con pesadumbre, sino con la satisfacción de quien sube al escenario para dar la mejor actuación, sin importar si el papel es pequeño o grande. “Vivir es el arte más difícil”, dice Séneca, pero también el arte más hermoso al que podemos aspirar, pues ¿qué pintura, qué poema, qué pieza musical puede compararse a la gran novela de la vida que se escribe día a día y cuya escena final desconocemos? Cada etapa de nuestra vida es una oportunidad para conocernos, aprender de todo lo que nos acontece y disfrutar con la compañía de las personas que amamos.

No me voy sin antes decirles, gracias. Que aunque aparentemente sea una palabra desgastada por tanto uso, es necesario llenarla otra vez de su más profundo significado que es, pedir gracias para la persona a quien se le dice. Por eso les digo; “adiós y gracias”.

Y no lo hago con tristeza, sino al contrario, despidámonos felices de saber que gozamos del tiempo que compartimos juntos y con la promesa de que nos encontraremos de nuevo.

¡Ánimo! ¡Hay que aprender a vivir!.

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