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A la terrible temporada de ciclones tropcales 2020 le queda una semana oficialmente, pues finaliza el 30 de noviembre, aunque los modelos de predicción nos indican que se alargará hasta enero de 2021; ha sido una dura temporada que pasará a la historia como la más activa desde que en 1893 se comenzó a llevar un control escrito de estos fenómenos meteorológicos, pero sin duda será histórica para la península, muy en particular para Yucatán que aunque no fue afectado por un huracán intenso, como se temía, bastó solamente una tormenta tropical, Cristóbal, para provocar las peores inundaciones jamás vistas, superando a las que había provocado Isidore en 2002.

Ocurrió lo increíble: pese a que veníamos de una terrible temporada de sequía desde 2018 y el agua subterránea estaba en los niveles mínimos, sólo comparables con 1986, la cantidad de lluvia que dejó Cristóbal fue suficiente para recuperar el déficit del acuífero y además crear inundaciones como nunca y escenarios no previstos, como lo fueron escorrentías superficiales que inundaban todo, cascadas de agua que escurría sobre la superficie hacia los cenotes, inundación de partes bajas y hondonadas, rebosamiento de aguadas, inundaciones inéditas en zonas urbanas, provocando grandes pérdidas tanto en las propiedades como en los cultivos.

Pero la temporada 2020 aún tenía reservadas más sorpresas para Yucatán y vino octubre y llegaron con días de diferencia la tormenta tropical Gamma y los huracanes Delta y Zeta para dejarnos acumulados de lluvias superiores a Isidore y un poco menores que Cristóbal, pero suficientes, sumando el acumulado que había dejado este último fenómeno, para provocar lo inaudito: el rebose del acuífero en toda la zona norte, noreste y noroeste, donde llegó a su capacidad máxima provocando inundaciones ya no por encharcamientos sino por rebose del acuífero subterráneo que había llegado a su capacidad límite de almacenamiento, algo que hará cambiar la perspectiva de cómo veíamos nuestro acuífero y desde luego reescribir los libros sobre el manto freático yucateco y sobre las teorías kársticas definitivamente.

Eso debe llevar a refomar los reglamentos de construcción y tomar en cuenta que el acuífero es vulnerable no sólo por la contaminación sino por su capacidad límite de tolerancia, la cual se desconocía; definitivamente no necesitamos de grandes huracanes para que los yucatecos vean su suerte, porque bastó un solo componente para causar destrozos, las lluvias que dejaron acumulados no vistos en la historia en una temporada que además fue muy extensa, ya que duró del 15 de mayo al 15 de noviembre.

Podemos ya afirmar que el cambio climático ha alcanzado al estado de Yucatán, fue una temporada muy cansada la de los ciclones tropicales 2020, pues eran uno tras otro y de encima las amenazas que tuvimos con otros ciclones durante el desarrollo de la temporada; una temporada que rompió muchos récords que se habían implantado en 2005, la última temporada muy activa, pero que ha sido hasta el momento, cuando falta una semana para finalizar la actual, la más activa de todos los tiempos.

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