|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

En la vida encontramos líneas que guían nuestro destino. Algunas están hechas para seguir y caminar en paralelo confiando con los ojos cerrados, sabiendo que el camino es correcto y entonces dudar es impensable. La ruta ha sido señalada por la mano de alguien más y, si quisiéramos ir en sentido contrario, necesitaríamos una valentía que no solemos utilizar.

Para los sueños la cuestión es totalmente diferente. Cuando Morfeo nos abraza somos libres en un mundo que nuestro subconsciente ha creado a partir de todos los deseos que no podemos decir en voz alta, aquellos que crean realidades maravillosas donde nada nos separa de lo que realmente anhelamos. Soñar se convierte en un refugio amable, ahí encontramos la seguridad.

“Ex oblivione”, poema en prosa del autor estadounidense H.P. Lovecraft, llegó a mis ojos para despertar las líneas arriba escritas. Dentro de este poema, que podemos leer a modo de historia rítmica, pronto sabemos que el tema principal gira en torno a los sueños. Pero no se trata de un sueño cualquiera, sino de ese lugar onírico al que se va de manera constante cuando la realidad de nuestra existencia comienza a llegar a un fin y entonces nuestras proyecciones nocturas y mentales se dirigen a la profundidad de lo que pudiéramos entender como la cercanía de la muerte.

El narrador puede verla. La mira en forma de valles muy verdes y una lluvia que se pierde entre el paisaje. Sabe que se trata de una nueva ciudad y decide llamarla Zakarion; ahí va todas las noches y no puede evitar sentirse atraído hacia ella. Entonces sus sueños parecen más tentadores y una voz interna que desconoce le hace entender que mientras más pronto pierda la voluntad de vivir, más cerca estará de esa gran puerta que mira a lo lejos y cuya luz anhela sentir en su alma. No hay vuelta atrás.

Por otro lado, en un plano real y a la par de una enfermedad que desconocemos, el medicamento que lo mantiene vivo es el mismo que en sus sueños le muestra lo cerca que está de un país luminoso del cual no hay retorno. Las líneas que se dibujan entre la realidad y la fantasía dentro de su mente responden a unos instantes que no pueden definirse fácilmente porque durante la agonía el tiempo puede ser relativo.

No podremos hacer mucho cuando nuestros sueños comiencen a parecer premoniciones. Lejos de temer y elegir con los ojos abiertos, quizás deberíamos aprender a escuchar a esa voz que nos habla cuando el universo duerme. Esa voz es la propia.

Lo más leído

skeleton





skeleton