Las heridas de los elefantes
El poder de la pluma
Hay una magia detrás del hecho de ser el motivo amoroso de alguien. De pronto somos idealización y probabilidad, somos una promesa ante los ojos de un inocente que poco puede adivinar de las grietas que llevamos por dentro, y que son las responsables de nuestras acciones más reprochables. Y ahí estamos, amando a desborde y alimentándonos de un imaginario ajeno donde parecemos personas perfectas. Es temporal.
Imagina que recibes un libro dirigido a tu nombre. Llega hasta tu domicilio entre el correo habitual y trae una nota que aclara las intenciones contenidas en el texto: alguien quiere cambiar tu destino. Esta persona anónima informa que ha escrito sobre ti, y para ti. Lo ha hecho en el nombre de un amor abrumador y entonces te encuentras invadido pero halagado. Entre esas emociones que tienen aires de peligro y que pueden ser perturbadoramente atractivas.
En Las heridas de los elefantes (2010), novela del autor español Miguel Tomás-Valiente, encontramos la situación anteriormente escrita. Tomás, un hombre exitoso, narcoléptico y adinerado, se ve atrapado entre las letras que una mujer ha escrito para él. De ella conoce solamente sus iniciales: M. M. P. El personaje da comienzo a la lectura del texto y sin darse cuenta está en las manos de una escritora misteriosa que detalla cada parte de su vida. Lo ha espiado en la intimidad con Silvia, su pareja de años, y promete dar datos increíbles sobre los momentos más significativos en su vida.
Las letras se cargan de emociones graduales: curiosidad, incertidumbre, duda, enojo, miedo, esperanza y finalmente, aceptación. Tomás, quien mantiene una relación no convencional pero estable con Silvia, está decidido a dejar su vida y aceptar la propuesta de un fantasma del pasado que resulta llamarse Mireia. Para la mujer escritora, nuestro personaje es la expresión máxima de la perfección y del amor; merece una vida llena de felicidad y un cambio lejos de Silvia, esa compañera monótona, neurótica y predecible. Tomás está convencido de merecer esa oferta ideal y contrata a un detective que lo ayuda a dar con Mireia, ¿un final feliz y afortunado?
Tomás cayó. El destino sí estaba escrito, pero no por las manos de su amada Mireia. Silvia había sido la autora y guía de todos los pasos certeros y secretos que Tomás dio en pos de una nueva vida falsa. ¿Fue la mejor manera de evidenciar un amor que moría? Quizá no fue la mejor pero sí la más arriesgada y dolorosa, la más real.