¿La verdad?
El poder de la pluma
En un tiempo en que la sensibilidad se presenta antes que la fortaleza, qué delicada resulta la expresión humana. Y me refiero a todos aquellos “fracasos” que hemos tenido en el intento de comunicar nuestra opinión sin romper la fragilidad del otro, sin parecer insensibles o, peor aún, inhumanos.
Y es que ahora la gente es más propensa a usar posturas ajenas a sus creencias porque la defensiva es una nueva muestra de carácter. Entonces sucede que nos encontramos envueltos en una serie de palabras expresadas con la esperanza de parecer correctos, acertados y bien cultivados. “Decimos la verdad”.
“The Truth” (La verdad) es un bello y visual poema de la escritora estadounidense Ellen Hopkins. En él no encontramos palabras dulces que vayan acordes con los pensamientos que podríamos intuir de un concepto tan amplio. Estamos ante una serie de aseveraciones disfrazadas de versos que llegan directo y sin consideración hacia nuestra existencia.
La poeta nos ha señalado y ha tomado como cierto que el comportamiento humano pocas veces puede ser particular. Es así que cuando en una primera línea entendemos el tono, casi nada podemos hacer para esquivar el golpe que después vendrá directo al estómago y se conectará con la mente para luego llegar al corazón: recordaremos.
En el primer verso tenemos que: “La verdad es un producto de la percepción”. ¡Por supuesto y afortunadamente es así! Porque sabemos que la verdad es relativa y que en algunos casos callarla es lo adecuado, o modificarla puede ser necesario. No se trata de ir por la vida con una bandera que indique precaución porque somos “seres de verdad y de luz” y no tememos conducirnos con ella. Se trata de un balance complicado entre lo que somos y lo que podemos demostrar ser. Muchas palabras, pocas acciones; y viceversa.
¿Y el golpe? Ese viene en los versos siguientes. Se define la verdad como un terreno seguro y justificable, pero poco podemos hacer para hablar de su acompañante y opuesto: la mentira. Y no cualquier mentira. No una mentira incapaz de alterar situaciones. Hablamos de mentiras grandes que fueron construyéndose poco a poco hasta adquirir un peso lo suficientemente grande para imposibilitar los días.
Por último, aparecen las peores, las que hirieron al otro de forma irreparable. No es necesario decir más, conocemos el sentimiento. Y para curarnos, pensemos en la verdad con la tranquilidad de que aquí no juzgamos y que ciertamente todo puede ser “un producto de la percepción”.