Nuevas resistencias, el tránsito efímero del conocimiento que no acaba

Lázaro Hilario Tuz Chi: Nuevas resistencias, el tránsito efímero del conocimiento que no acaba

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Hoy decidimos no olvidar, no dejar pasar lo que por simbiosis se recrea todos los días como un lamento cotidiano para hacerse escuchar.

Mientras converso con Samuel, voy recordando los tiempos donde los señores del saber, los antiguos como les dicen, se sentaban en las puertas de las casas a contar ese fabuloso acto de recrear las historias de los antiguos, grandes hazañas de cacerías, del monte y de milpa, de animales fantásticos y sobrenaturales, de seres creadores a los que llaman yuumtsolo’ob y a quienes se debe respeto, son aires dice -son aires que cuidan, que protegen, pero que también enferman-, nos revela y cuando este diálogo se concreta en las noches con el canto de algún búho, de inmediato la persigna y de nuevo el tiempo. Es ese asunto cotidiano que nunca termina, así como jamás termina de contarse el origen.

Samuel lo sabe, es el hijo de un sacerdote maya, algunos tienden a confundir ese noble conocimiento ancestral con brujos, hechiceros, pero nada qué ver, puesto que su condición es sagrada, porque son sabios y así se transmite el conocimiento, Samuel se vuelve diestro, se vuelve también un aprendiz avanzado de las cosas del monte, de las cosas de la milpa, es, por así decir, quien continuará revelando esos secretos bien guardados del conocimiento antiguo, es joven, apenas con sus 23 años ya lee las cartas, saca las suertes, entrega las viandas sagradas a los creadores, se sabe los rezos, las veneradas oraciones, las formas y maneras de tratar a los “aires buenos” y los “aires malos”, conoce de los insectos que curan y de las plantas de la benevolencia, el monte es su casa, sus caminos dispersos son casi como sus pies descalzos, dice que es del monte, que ahí nació y ahí vivirá, lo dice su parcela, sus sembrados de piña, de frutales a los que cuida y riega con paciencia, ¿será ese amor que de algún modo se transmite de hombre a planta?

No hay queja al caminar o montar en su vieja bicicleta para trasladarse a su milpa, sabe que ahí están las plantas y los insectos que curan, las aves que predicen los tiempos, sabe que ahí también viven los cuidadores de los montes, a quienes hay que darles complacencias, ahí está su sustento, así habla en lengua, en su lengua maya que considera sagrada, porque se la enseñó su madre cuando aún estaba en pecho, con su habitual naturaleza sobre la preparación de las medicinas para los bebés enfermos, así también sabe de las “cruz balas”, cartuchos dotados de poder que ayudan a “matar a los vientos malos”, pero igual son certeros en la cacería del venado.

Samuel es consciente de que quizá algún día, cuando su padre muera, él habrá de heredar esos milenarios conocimientos, por lo pronto, sigue en la espera, es paciente, sabe que tiene ese don y lo cuida. Hoy Samuel es ejemplo de resistencia.

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