El nombre de todas

Se sabe que las crisis pueden presentarse de maneras diversas, pasando por las económicas hasta llegar a las sociales y finalmente a las personales.

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Se sabe que las crisis pueden presentarse de maneras diversas, pasando por las económicas hasta llegar a las sociales y finalmente a las personales. Se habla de ellas en todas partes y nadie está exento; nos sabemos frágiles. Somos seres humanos con súper poderes, pero también con súper debilidades. Tendemos a la paralización circunstancial.

En alguna ocasión, una mujer me dijo que hay temas que nos tocan en puntos exactos de nuestra vida; haciendo énfasis en las mujeres. Como si con la edad vinieran experiencias específicas por las que uno pasa forzosamente y que corresponden tanto al destino como a una falla que viene desde muy adentro y desde muchos años atrás en cuanto a la educación de la sociedad. Hoy, un cuento llega a nosotros con tintes de tristeza y empatía. Vamos a sentir.

La escritora española Pilar Adón trae para nosotros un cuento que lleva por título “Noli me tangere”, que significa “no me toques” en latín. Hagamos una pausa para sentir la fuerza de tal significado, y comenzar a abordar la historia que estira todas las palabras contenidas en ella hasta alcanzar cada una de las ocasiones en las que las mujeres han pasado por situaciones parecidas a las que vive la protagonista del cuento.

Julia, quien lleva mi nombre, se encuentra en un autobús que se dirige al embarcadero donde en la misma mañana tomará el ferry que la llevará a la isla de su destino. El nerviosismo de sus acciones se retrata muy bien entre letras; observamos cómo elige su lugar y examina a los pasajeros que la rodean como si buscara posibles amenazas. No estaba equivocada.

Un hombre la había observado durante todo el viaje y al llegar a la estación se acerca a ella con aparente amabilidad, para luego pasar a ofenderla y acosarla en un acto en el cual Julia pierde la cordura y, tras segundos de impotencia y enojo, exclama: ¡quiero que me dejes en paz!

Para Julia, como para muchas mujeres, el mal rato pasa, pero las sensaciones y el dolor no.

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