La próxima vez
El poder de la pluma
En la intimidad que existe dentro de las promesas que nos hacemos en silencio hay una tendencia muy marcada hacia la esperanza de hacer las cosas de una mejor manera. Nadie a nuestro alrededor tiene que escucharlo porque estos diálogos vienen con un arrepentimiento amable y son dichos en la confidencia más temible: la propia.
Es sano dirigirse a uno mismo y escuchar todo lo que nuestro yo interno puede reconocernos mediante felicitaciones, también lo que nos reprocha con tono decepcionado o lo que señala como signo de alarma.
Imaginemos que nuestra mente es una casa donde habita una familia con dos miembros; hay días buenos que reinan entre risas, y otros no tan agradables cuando los gritos y pleitos rompen el aire. Aun así, estamos a salvo porque los trapitos sucios de la mente se lavan en las noches antes de dormir cuando el recuento del día viene a levantarnos los párpados y todo es ejecutado en silencio. Justo en ese instante llega la promesa de acción futura: “La próxima vez que yo…”
Mary Oliver, poeta estadounidense cuya pluma ha dejado de escribir el 17 de enero pasado, tiene para nosotros unos versos que dolorosamente encuentran líneas directas hacia nuestro corazón. El poema “La próxima vez”, habla de una segunda oportunidad para hacer mejor las cosas, para actuar conscientemente y estar involucrado en lo que se hará. Advierto que dentro del poema las decisiones tomadas y listas para ejecutar en un futuro cercano distan mucho de ser cosas imposibles. Se trata más bien de acciones que sin duda alguna traerán paz a nuestra mente y consecuente armonía en nuestro cuerpo.
¿De qué próxima vez nos habla? La autora se refiere a la próxima vez que se encuentre de frente a cualquier forma de vida. Menciona que “la próxima vez lo que haría es mirar la tierra antes de decir algo” y de esa manera centrarse en el momento que la envuelve. También que “cuando alguien me hablase, para culparme o alabarme o solo por pasar el rato, le miraría la cara, cómo la boca debe trabajar, y vería cada tensión, cada signo de lo que alzó la voz”. En otra próxima vez, buscaría a su alrededor y “en cada persona el cuerpo resplandeciendo dentro de la ropa como una luz”.
La bondad puede venir desde actos propios como prometernos acciones futuras que traigan bienestar a nosotros y al otro. Lo peligroso sería dejar pasar el tiempo y dar por sentado que contamos con muchas próximas veces, cuando, en realidad, las oportunidades llevan la fecha de hoy.