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Existen libros que representan un antes y un después en la vida, que logran que sus frases se queden grabadas en tu mente, haciendo que cada determinado tiempo una voz interior te las susurre de manera discreta al oído; libros que entre sus páginas esconden bellas lecciones que parecen haber sido escritas especialmente para ti. 

Uno de esos libros para mí es la Biblia, todavía conservo la versión Reina Valera que me dedicó mi padre con fecha julio de 1991. Y es en la página 639, justamente en el capítulo 3 del libro de Eclesiastés, que se ve marcado de color azul uno de los consejos que ha hecho eco en mi vida en los momentos que más lo requiero. 

“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora”, así dice el versículo 1. Y es exactamente esa parte de este maravilloso libro la que me hizo comprender que cada momento de la vida es un privilegio, un milagro, algo que no regresa. Entendí que nadie está libre del sufrimiento, porque hay tiempo para reír y también para llorar. Entre esas líneas pude descubrir que todas las experiencias son pasajeras, que nada es para siempre, hasta lo más hermoso tiene un final. 

Este capítulo de Eclesiastés ha provocado que viva mis días desesperada por aprovechar al máximo cada acontecimiento, no dejando escapar detalle, disfrutando cada segundo, observando detenidamente el atardecer, escuchando lo melodioso de las olas del mar y el canto de las aves, guardando en mi corazón y en mi mente la sonrisa de mis seres queridos, porque sé que todo tiene su tiempo y que todo en algún momento pasará. 

Entendí que aunque haya quien se esmere por aparentar lo contrario no existen vidas perfectas, nadie se salva de sentir en algún instante el dolor o la tristeza. Comprendí la importancia del presente, del aquí, del ahora, por eso cuando la satisfacción, la alegría, el amor y la salud se manifiestan hay que agradecer y deleitarse en el momento. 

El capítulo tres me ha enseñado también entre sus versículos que no puedo tener el control de lo que sucede, que el tiempo es algo que no se detiene, por eso hay que dejar ir el pasado y no preocuparse por el futuro, ya que todo ocurre en el ahora. 

Si acaso es verdad que hay libros que te eligen, yo creo que la Biblia me eligió, y marcó de manera importante mi existencia con esta página.

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