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“Una joven de 18 años dijo que fue atacada (sexualmente) a punta de cuchillo. Luego dijo que lo había inventado. Ahí es donde comienza nuestra historia”. Es el cintillo del reportaje de Christian Miller y Ken Armstrong publicado en diciembre de 2015 en el sitio de noticias Pro Pública y que es la base de la miniserie “Inconcebible” (originalmente Unbelievable) lanzada este mes por Netflix.

La historia se basa en un hecho real, cuya investigación hizo ganar el Pulitzer a los dos periodistas de Pro Pública, un sitio de noticias independiente cuya misión es “exponer abusos del poder y las traiciones a la confianza pública por parte del gobierno, las empresas y otras instituciones, utilizando la fuerza moral del periodismo de investigación para estimular el cambio poniendo la atención pública en las malas acciones”. Los autores han publicado un libro con la historia completa, que debe ser brutal, considerando que muchos detalles se tuvieron que pasar por alto en la miniserie, de ocho capítulos.

Entre otras cosas, esta investigación hace visible la forma en que una persona, particularmente la joven protagonista de 18 años, Marie, no solo es desprotegida por el Estado en la denuncia de su violación, sino además revictimizada en múltiples ocasiones, agredida, violada en sus derechos humanos y procesales y desprestigiada socialmente.

Si bien el proceso de denuncia, que requiere que una víctima relate hechos como éstos a detalle es de suyo difícil, en este caso se sumaron otros factores que ponen en entredicho cómo las instituciones tratan a las víctimas en los procesos de denuncia.

Por ejemplo, la ausencia de acompañamiento psicológico, legal o de apoyo familiar que ayude a sobrellevar el difícil proceso de denuncia en un hecho de esta naturaleza. Además y esto es lo más resaltable en la investigación, cómo la actitud de los investigadores, en este caso dos hombres (policías y ministerios públicos) insensibles y prejuiciados ante el contexto de vida de la víctima, una menor sin aparente instrucción académica y que había habitado toda su vida en hogares sustitutos por ser huérfana, puede hacer del proceso de denuncia una verdadera tortura institucional para una víctima.

En el transcurso de su denuncia, Marie no solo es obligada a repetir los hechos en innumerables ocasiones, sino que es coaccionada a desmentirlos ante la actitud prejuiciosa y, probablemente de falta de interés, de los dos agentes encargados de la investigación que, a la postre, la llevan a un proceso judicial como acusada por falsedad de declaraciones.

No es sino años más tarde cuando dos investigadoras logran llevar a juicio a un hombre por violaciones seriales, con características similares a las que denunció Marie, que la verdad se confirma.

Es notable cómo una pieza periodística permite ver, diáfanamente, a través de hechos, cómo necesitamos pensar en el sistema de justicia como una tarea en la que la intervención humana es fundamental para restaurar la confianza, sobre todo en casos en los que las mujeres deberían tener, aun ante la duda, un grado de credibilidad inicial o en términos jurídicos: en casos de duda, en favor de la víctima.

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