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En el santo tribunal de los medios y las redes, el general Salvador Cienfuegos ya está condenado. Los opinólogos de todas las tendencias inclusive han especulado sobre la carrera delictiva de por lo menos diez años que ha llevado a este militar del más alto rango (y del más alto cargo hasta ahora detenido en Estados Unidos) y sus relaciones con quien en esa nación es identificado como el H2 y que resulta ser Francisco Patrón Sánchez, líder del cártel de los Beltrán Leyva tras la captura de Héctor Beltrán Leyva (de ahí su apodo del H2).

El sujeto con quien se entendía Cienfuegos Zepeda, según la Agencia de Control de Drogas (DEA), y que le pagó millones de dólares para que protegiera sus envíos de toda clase de drogas a Estados Unidos, fue abatido por infantes de Marina el 10 de febrero de 2017 (cuando el divisionario, laureado en Estados Unidos, era titular de la Sedena), pero eso no vale o sí vale –dicen los analistas-, pero fue por un ajuste de cuentas entre Cienfuegos y el H2 y que fue un favor que el almirante Vidal Francisco Soberón Sanz, entonces secretario de Marina, le hizo a su amigo de Sedena.

En fin, en torno a este escándalo de proporciones gigantescas, se tejen toda clase de teorías y especulaciones y se llega a decir inclusive que Cienfuegos es el primero de quién sabe cuántos más que tienen en la mira los esbirros del gendarme del mundo (que no miran su colota) y que muchos han puesto sus barbas a remojar y tienen buen cuidado de no intentar siquiera poner pie ni un palmo más allá de la frontera norte de México.

Sin embargo, hay algunas preguntas que quizá por obvias nadie se hace. Por ejemplo: ¿aparte de dichos de presuntos testigos protegidos o ya condenados (como el Chapo Guzmán) y supuestas intercepciones de comunicados entre Cienfuegos y el H2 mediante el que se decía impenetrable Blackberry del militar –que entonces ya no sería tan seguro- y otros evanescentes argumentos que en otras latitudes se desmoronarían al leve soplo de una objeción, qué otro tiene la justicia estadounidense para soportar su denuncia? ¿No es poco sólido el sustento? Me parece que sí.

En entrevista radiofónica con Mario Ramón Beteta, ayer por la mañana, el analista José Reveles decía que con el traslado de Cienfuegos Zepeda a Nueva York, donde comparecerá en la corte de Brooklin que sentenció al Chapo y juzga a Genaro García Luna, es casi un hecho que el militar –con base en las especulaciones de la DEA- sea declarado culpable y sentenciado a prisión, porque de otra forma –si se le liberara de cargos- sería un golpe muy fuerte a la justicia estadounidense (a su soberbia, diría yo).

Como quien dice, el alto militar ya bailó pegao y México sigue en boca de todos y no por buenos motivos.

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